sábado, 26 de diciembre de 2015

¿Y si volvemos a la casilla de salida?

Los catastróficos resultados cosechados por los partidos mayoritarios han puesto de manifiesto los profundos cambios políticos que se están originando en la sociedad española. Por más que ambos partidos intenten disimular, con caras de circunstancias,  lo sucedido el pasado día 20 de diciembre, la realidad es que el bipartidismo ha salido de España con la maleta hecha, como muchos otros, y tal vez para no volver jamás.  Estamos ante un cambio de época y los viejos partidos tradicionales no quieren darse cuenta e intentan seguir agarrados al poder y sus mañas. Aunque el PP haya  perdido cuatro millones de votos  sigue diciendo que ha ganado. Y el PSOE de Pedro Sánchez, con su peor resultado histórico, se muestra ufano por ser segunda fuerza política.

El juego político ya no es a dos, sino a cuatro y éste  aumento de jugadores va a propiciar muchos cambios en su desarrollo. El primero la reacción que van a tener tanto PP como PSOE ante el fin de su hegemonía de turnos y lo que ello significa en cuanto a pérdida de poder real, puestos de trabajo, poltronas varias y negocietes diversos incluidos.

La apertura de las urnas ha dejado un panorama político complicado, con varias opciones de gobierno de difícil manejo y que van a exigir mucha capacidad de negociación y carisma a los participantes.  Panorama, fruto sin lugar a dudas de cuatro años de política desalmada, corta de miras, corrupta y avasalladora del Partido Popular, que ha enconado las posiciones de los sectores más desfavorecidos por la crisis. Para qué hablar de la situación en Cataluña, producto de la legendaria capacidad de diálogo y empatía de Mariano Rajoy y sus acólitos, a los que siempre les ha parecido un acertado recurso la búsqueda de votos en el resto del estado, a costa de Cataluña y País Vasco.

Tampoco el PSOE lo ha hecho mucho mejor y por eso ha bajado 20 escaños, lo que es clarificador estando en la oposición. La corrupción, sobre todo la andaluza,  y el sentimiento de que es un partido al servicio de las oligarquías, con las que ha convivido y favorecido muchos años, le han perjudicado de cara a un electorado que está harto de la clase política y sus desmanes. Tal vez, si el pueblo se hubiera sentido más apoyado en sus reivindicaciones y manifestaciones, la situación hubiera sido diferente. Y es que al parecer la oposición parlamentaria y “educada” del PSOE ya no convence a nadie.

Es alrededor de estos dos partidos, o entre  ellos, de donde tendrá que salir el futuro Gobierno.  Todas las opciones son difíciles y van a necesitar de mucha capacidad de negociación y cintura, de hacer política en suma.

Es el PP el primero que tiene la responsabilidad de formar Gobierno por haber sido el partido que más escaños ha sacado. Pero también es de todas las opciones la que puede entrañar más dificultades. Y es que las cuentas no salen. Hasta con Ciudadanos, que era la opción pensada de antemano, quedan lejos de la mayoría absoluta que el PP necesitaría para gobernar.  Y fuera del partido naranja las posibilidades de apoyos son muy escasas o nulas. La política llevada adelante por Mariano Rajoy y su muchachada durante estos cuatro años le ha dejado solo en el escenario. Los partidos nacionalistas, aliados tradicionales de  PP y PSOE para gobernar en situaciones de minoría parlamentaria, están muy lejos de querer hacerse la foto con el PP.  ¡Para qué hablar de los partidos de izquierdas!  La soledad de Rajoy es manifiesta, tanto como su incapacidad para gobernar si no es en mayoría y aplicando el rodillo. Pedro Sánchez ya le ha dicho que no, y creo que los Reyes Magos no le van a traer una solución.

Después del PP es el PSOE el que mayor número de escaños ha obtenido. Y puede optar también a formar un Gobierno a su alrededor. Tampoco con Podemos obtendría la mayoría absoluta y necesitaría de apoyos puntuales  para poder gobernar y de esos mismos apoyos o abstenciones para  que Pedro Sánchez fuera investido presidente en segunda ronda. Una legislatura compleja, sobre todo con el problema catalán, que será aprovechado por Rajoy, a pesar de haber sido su causante a pachas con Mas, para minar la posición del PSOE y sus apoyos.  Le puede resultar más sencillo a Sánchez alzarse con la presidencia que a Rajoy, pero la legislatura se le puede hacer muy complicada y de profundo desgaste.  Los frentes a su derecha, a su izquierda y la cuestión nacionalista, lo pueden hacer casi imposible.

En clave de astucia, el PSOE podría abstenerse en la segunda opción de Rajoy ,para que este fuera investido presidente y ejercer una política de desgaste en la que el PP no pudiera hacer ninguna de sus políticas habituales durante cuatro años. La primera duda es si el país se lo puede permitir y si los votantes socialistas le perdonarían que se permitiera a Rajoy ser de nuevo presidente. A lo que parece los “barones” socialistas, que ya han salido en tromba a defender sus predios, quieren seguir manteniendo su habitual política de ser de izquierdas con la boquilla y actuar como si fueran de derechas y así,  ya le están diciendo que no quieren un Gobierno apoyado por Podemos. Y no les importa gran cosa ignorar cinco millones de votos.

Existe otra posibilidad,de la que se ha hablado desde la precampaña y que próceres socialistas, bastante desprestigiados por cierto, como Felipe González, apoyan sin despeinarse. Con la excusa del “más alto interés del país”, pero no mencionando que es también lo que les interesa a ellos para no perder sus prebendas, el PP y el PSOE harían un pacto de Gobierno para “seguir pilotando la salida de la crisis” y el mantenimiento del bipartidismo, de paso.  Esta opción ya está siendo apoyada por todos los directivos del IBEX, la Iglesia y otros poderes ocultos o a la luz. Está claro que el coste para el PSOE iba a ser brutal, cercano al suicidio político,  y que la medida beneficiaría al PP, que ya ha dejado aprobados sus presupuestos y en marcha cambios legislativos importantes en Sanidad, Justicia, Trabajo, Educación, Medio Ambiente, Orden Público…

Para finalizar las opciones existe la posibilidad de “volver a la casilla de salida”, es decir, convocar de nuevo elecciones pasados los dos meses sin que ninguno de los candidatos hubiera podido formar gobierno.

Es sin lugar a dudas una posibilidad que puede resultar cara en votos a casi todos los partidos. Pero a algunos más que otros. Para el PP es una buena opción porque de la actual no va a sacar nada más que dolores de cabeza. El bienestar del país y sus intereses le importan un ardite, como ya ha demostrado convocando las elecciones en diciembre y dejando el 2016 perdido sin remedio. Es el partido de esos patriotas de banderita en la muñeca o lacito en facebook,  de boca llena contra catalanes y vascos, de apropiación de los caudales públicos y de buenos dineros en Suiza. Una nueva convocatoria de elecciones,  porque no ha tenido los suficientes apoyos para poder gobernar, le devolvería muchos de los votos que se han ido con Ciudadanos  y eso le interesa. Además, con los presupuestos aprobados,  pueden estar esperando tranquilos a que los otros partidos y el país se desangren…saldrán ganando. Y tal vez el bipartidismo también.

No está el PSOE en la misma tesitura, ni mucho menos, porque si no hay un gobierno de izquierdas, tras unas votaciones en las que las izquierdas se han llevado la mayoría de los votos, va a ser el claro culpable de no haberlo conseguido,  por ser la segunda fuerza política más votada. Y eso no se lo puede permitir porque en una segunda vuelta la sangría aún será mayor. Y los remilgos a la hora de mirar con quien juntarse están siendo poco entendidos por esa  mayoría que ha votado y quiere un gobierno de izquierdas. Ya gobierna por pactos con Podemos en la Comunidad Valenciana, Baleares,  Extremadura y en Castilla la Mancha y nadie se ha roto las vestiduras, sino que sus respectivos barones están muy contentos habiendo echado al PP y  ocupado sus puestos. Susana Díaz, en Andalucía,  prefirió a Ciudadanos, para poder seguir con sus manejos y proteger su estructura clientelar de miradas menos cómplices.

Ciudadanos va ser la más clara víctima del voto útil en unas hipotéticas nuevas lecciones. Y es que los votos que ha arrancado a PP y PSOE  por diversas causas, volverían a sus antiguos destinos. Los naranjitos tienen muy complicado poder ser algo con los votos obtenidos y sus apoyos, por un lado a Susana Díez en Andalucía, para seguir haciendo la política del PSOE que ha llevado a esa comunidad autónoma a la ruina económica y por otro a Cristina Cifuentes en Madrid,  que están sirviendo para  entorpecer la política progresista de Manuela Carmena al frente del ayuntamiento y no destapar los casos de corrupción del PP, le van a pasar factura abultada.

En cuanto a Podemos e IU una segunda vuelta electoral les daría una nueva oportunidad de poder llegar a un acuerdo necesario, sobre todo cuando se contempla un millón de votos en IU que le han propiciado dos escaños. La maniobra se saldaría con 10 u 11 escaños más para esa posible coalición, lo que podría cambiar la correlación de fuerzas resultante, sobre todo si tenemos en cuenta que en éste caso el voto útil de la izquierda podría ir a parar a Podemos, que ante el electorado, está haciendo lo posible por favorecer un gobierno de izquierdas contra los intereses del PSOE,  que quiere seguir manteniendo el “statu quo”.

La realidad salida de las elecciones, que deja un país de difícil gobierno, ha sido mayoritariamente de izquierdas. Y gobernar desde la izquierda es la tarea a la que tendrán que enfrentarse PSOE, Podemos, IU y demás fuerzas progresistas. Es la hora de blindar en la Constitución los derechos sociales, derogar la reforma laboral y el resto de reformas injustas que ha realizado el Partido Popular, acabar con los recortes y el sistema de puertas giratorias para los políticos, que tan caras nos salen, hacer una sociedad en la que todos tengamos los mismos derechos y obligaciones, incluida la Iglesia.  Y por supuesto, y con la máxima prioridad, cambiar una Ley Electoral a todas luces injusta y que ya no tiene razón de ser. Es la hora de plasmar lo que ha votado el país de forma mayoritaria, la hora de la izquierda. Y la sociedad, que ha ejercido su derecho, no va a perdonar a los políticos que por su estrechez de miras e interés de partido o bolsillo, nos hagan volver a la casilla de salida.

Eduardo Lizarraga/Periodista


miércoles, 7 de octubre de 2015

Los ladrillos ya asoman en el patatal

Que el mercado inmobiliario está mejorando resulta una afirmación obvia, a la vista de la cascada de datos que cada día lo aseveran. Que 2015 cerrará con mejores cifras que el 2014, también y que el 2016 seguirá en la misma línea, parece evidente.  Sin embargo surgen dudas de la profundidad y duración de este cambio, dudas razonables. Y es que la estabilización del mercado, que no la recuperación que se observa, no está exenta de altibajos y riesgos. Y uno de ellos es que ya hay empresas y personas desempolvando las antiguas mañas y buscando las grúas en los almacenes.

Se han acabado ya los tiempos de los chollos deslumbrantes en la vivienda, incluidos los bancarios, si es que alguna vez los hubo en verdad. Se han acabado también los anuncios insultantes, que en los portales inmobiliarios pretendían comprar pisos en 8 ó 10.000 euros, aprovechándose de la mala situación en que la burbuja, los bancos y el Gobierno habían dejado a muchos hipotecados. Eran, decían sus anuncios, matrimonios sin recursos, estudiantes necesitados, jubilados sin pensión, ONG con proyecto humanitario, abuelitas desvalidas…. Y detrás de los anuncios, inversores privados o empresas sin escrúpulos –como casi todas en este negocio de la carroña- que pretendían sacar tajada del mal ajeno. Esos anuncios aún siguen, por inercia, pero ya la situación no es la de hace cinco años.

El panorama ha cambiado en muchos aspectos, en ese y en el de que los compradores tengan la sartén por el mago y hagan ofertas con descuentos del 40 ó 50%. Ahora ya no se puede intentar más del 20%, a menos que queramos que nuestro interlocutor se levante de la mesa con imprecaciones diversas. Y es que hay compradores en el mercado, no demasiados, pero los hay. Sobre todo para la vivienda de segunda mano, que es la estrella, porque la nueva sigue sin levantar cabeza y empeorando de mes en mes.

Pasado ya el momento de los pequeños carroñeros y de los fondos buitre, que hicieron su agosto con diferentes administraciones, como la del Partido Popular en Madrid, quedan todavía presentes muchos de los indeseables efectos de aquella burbuja inmobiliaria que cambió la faz de España. Y uno de ellos, con el que vamos a tener que convivir aún muchos años, es el de la digestión de todo lo que quedó por vender.

Durante el decenio 1998-2007 se construyeron  unos 6 millones de viviendas. A todas luces un exceso paranoico, ya que con menos de la mitad hubiera sido suficiente para cubrir las necesidades demográficas de alojamiento.

Y aquí está el quid de la cuestión, se ha tratado a la construcción de la vivienda no como una medida social con el objetivo de  garantizar el derecho de los españoles a un bien básico, como consagra la Constitución. La construcción de la vivienda se ha orientado, como un negocio, generador de grandes plusvalías, impulsor de un desarrollo fácil y rápido, en el que los municipios compiten entre sí por llevarse los vecinos. Pero además, generador de corrupción e insostenible desde el punto de vista económico y territorial.

Se calcula que hay 600.000 viviendas nuevas excedentarias por vender, muchas de las cuáles, que algunas fuentes cifran en 150.000,  no se venderán jamás. Situadas en lugares inverosímiles, lejos de los centros urbanos, en zonas en las que la demanda de vivienda es inexistente, sin mercado laboral… componen un panorama del que nos va a costar mucho tiempo desembarazarnos…hasta diez años según las zonas.

A esas viviendas, que surgieron al calor de un boom inmobiliario auspiciado por pelotazos varios, empresarios sin escrúpulos, dinero fácil y políticos necesarios, es preciso añadir el millón de viviendas de segunda mano, cuyos propietarios han puesto a la venta. Este excedente está situado en distintas proporciones entre las zonas metropolitanas –casi 700.000- la costa -300.000- y las 600.000 restantes distribuidas por todo el Estado. Y el panorama que surge ante este stock desmedido no es precisamente halagüeño y tendría que manejarse con inteligencia y control. Algunos dicen que el mercado regula y pudiera ser que fuera así, si no hubiera intereses espurios que lo prostituyen, porque estamos en la situación en la que estamos, propiciada por un “mercado libre” y descontrolado.

El ritmo de absorción de este inmenso stock de casas en venta es bajo, en concreto de unas 60.000 viviendas por año debido a la ausencia de crédito por parte de los bancos, el descenso de los salarios, el paro y la inestabilidad laboral.

En estos momentos crece el número de hipotecas concedidas y se incrementan también las operaciones de compraventa. Los tantos  por ciento de crecimiento son muy llamativos, pero como sucede con la estadística, también son muy engañosos; y es que partiendo de la cifra de ventas de que se salía un año atrás, cualquier incremento parece excelente.

Durante el primer trimestre de este año se han vendido, de acuerdo a los datos publicados por el Ministerio de Fomento, un total de 104.530 viviendas, lo que supone un aumento del 13,9% en comparación con el mismo periodo del año anterior. La vivienda de segunda mano continúa siendo la estrella del mercado inmobiliario y es que sus ventas -91.499 unidades- representan el 87,5% del mercado. Por su parte, 13.031 transacciones fueron de vivienda nueva, lo que representa un 12,5% del total. Los datos anuales de junio, a junio, reflejan unas compraventas totales de 382.471 viviendas. Nada que ver con los datos de 2006, cuando en plena histeria colectiva de compra de vivienda –como si se fueran a acabar- se realizaron un total de 955.186 operaciones, es decir, 2.617 viviendas al día, 109 viviendas cada hora.

El crecimiento, tanto en ventas como en precios, está siendo muy irregular y va por zonas. Podemos buscar las razones en varias circunstancias, como son la presencia de una demanda sostenida,  propiciada por una recuperación del crédito y del empleo, la baja oferta en vivienda nueva o insatisfactoria en la segunda mano, la ausencia de excesos de la burbuja inmobiliaria y la presencia de compradores extranjeros. Madrid, Barcelona, Costa del Sol y las islas, son las regiones en las que está no solo estabilizándose el mercado sino incrementándose las ventas y los precios. En el resto del estado la coyuntura aún es indecisa y muy irregular, no se venden viviendas porque no se necesitan.

Y en esta última constatación radica una gran parte del problema mental que padecemos. Porque a pesar de saber hasta la saciedad que no necesitamos más viviendas, parece que todos los esfuerzos y declaraciones de próceres diversos, van dirigidas a recuperar la capacidad del sector para construir nuevas viviendas y vender las existentes. “Reactivar el sector” se comenta una y otra vez, reactivarlo para impulsar la economía y el empleo. Está bien como objetivo, pero la idea de tratar a la vivienda como un objeto de consumo es insostenible porque la demanda es limitada.

Pero hay otra cuestión importante que no se está teniendo en cuenta y que podría estar desvirtuando la estadística. Y son los centenares de miles de familias que en estos cinco años pasados no han podido comprar su casa soñada por falta de crédito, o no han querido hacerlo, asustadas por lo que estaba pasando y esperando encontrar mejores precios al mes siguiente.  Conforman una demanda embalsada de compradores, de entre 35 y 45 años –cambio generacional- que se irá digiriendo en estos dos años. Y que ya está saliendo al mercado.

¿Y luego?, es decir, a partir del 2017, cuando la demanda embalsada actual esté agotándose  ¿qué va a pasar?  Hay varias incertidumbres y otras certezas a tener en cuenta. El equilibrio nacional entre oferta y demanda neta de vivienda se prevé se alcance a finales de 2016, pero a partir de ese momento, en una situación algo más estabilizada, la demanda será insuficiente para disolver todo el excedente almacenado en un tiempo razonable, ya que las condiciones demográficas a la baja, creación de nuevos hogares en descenso, empleo aún precario y esfuerzo financiero en aumento, no pronostican una mayor fuerza de la demanda en el mercado. La situación de la promoción inmobiliaria en algunas zonas, que está aumentando, pudiendo volver en algunos casos a pecados anteriores, presionará los precios hacia el estancamiento. La recuperación del mercado se consolidará de forma distinta dependiendo de las zonas, el excedente y la demanda existente en las mismas.

España está perdiendo población. La natalidad está entre las más bajas de Europa, los inmigrantes marcharon y lo siguen haciendo, a sus lugares de origen, machacados por un país que no les ofrece empleo. Nuestros jóvenes se van por la misma razón. Y menos población necesita menos vivienda. Las expectativas laborales y de salarios, en un país que ha perdido gran parte de su industria, no son buenas. Este oscuro futuro condiciona también el crédito que no está por volver a asumir riesgos. Por  demografía España perderá medio millón de personas hasta el 2021, por las otras variables es menos predecible y tendrá mucho que ver con la situación económica y con el fortalecimiento del mercado laboral.

Durante el periodo 2011-2015 el número total de hogares creados entre los menores de 40 años, a consecuencia, casi siempre,  de la emancipación, ha superado los 1,35 millones, mientras que los que van a desaparecer en los grupos de mayores de 75 años suman una cifra próxima a los 850.000. En el grupo intermedio de adultos se produce un decrecimiento de cerca de 65.000 hogares. El saldo neto equivalente al crecimiento del número de hogares durante los cinco años será de 450.000, es decir unos 90.000 al año.

Para el segundo quinquenio de la década, la previsión del crecimiento total de hogares será notablemente inferior, situándose en el entorno de los 260.000.  Y esto se producirá porque desciende la creación de hogares en los segmentos en edad de emancipación (1,23 millones) y se incrementan los de desaparición forzosa entre las edades avanzadas (900.000).

Con estos datos puede afirmarse que en España se crearán una media de unos 275.000 hogares al año hasta 2016, si bien desaparecerán también anualmente unos 185.000. Después, hasta 2021, el flujo medio anual de hogares creados estará en el entorno de los 246.000 con una cantidad media de desapariciones de 195.000. El incremento medio anual de hogares, por lo tanto, será respectivamente de 90.000 y algo más de 50.000.

Si cómo se piensa, hasta 2021 se va a producir un aumento de poco más de setecientos mil  hogares, y el Censo de 2001 informó que existían 3,3 millones de viviendas vacías, que será otro millón más en la actualidad,  (600.000 sin vender, en manos de las promotoras o los bancos), parecería que en España no se necesita construir ni una sola vivienda más en los próximo diez años. Pero esto no es así ya que el mercado de la vivienda es bastante cerrado y su incidencia se refleja por zonas geográficas pequeñas. Por poner un ejemplo, el patatal de Seseña, con más de 5.000 viviendas construidas y 13,500 previstas, no tiene apenas incidencia en el actual mercado de la vivienda de Madrid capital, que está a 38 kms de distancia.

El problema de España es que su desindustrialización, incentivada desde los primeros gobiernos de Felipe González, llevó al país a una situación que convirtió a la vivienda en una industria indispensable. Una industria nacional, con una incidencia sobre el PIB que no tienen otros países europeos y también sobre la fiscalidad y el empleo, como descubrió el  tándem “tanto monta, monta tanto Aznar como Rato”. Esta industria, auspiciada desde el poder político, ha generado grandes plusvalías y beneficios para promotores, constructores, bancos, municipios…y corruptos diversos. Y ha sido percibida por la sociedad española como impulsora del desarrollo económico. Esta es la razón por la que de forma equivocada, la sociedad en su conjunto se empecine en hacer cuántas más viviendas mejor, como si fueran un bien de consumo más, sin entender que este esfuerzo es contrario a un desarrollo urbano equilibrado y coherente con un uso racional y sostenible del territorio. No teniendo nada que ver, además, con las necesidades de vivienda digna y adecuada a las necesidades que genera el crecimiento demográfico. Es la gran equivocación nacional que nos ha llevado a la actual situación,  fomentada por los intereses de unos pocos, que dejaron de lado la cordura y  la necesidad real del país a cambio de los beneficios inmediatos, aunque se haya sacrificado el futuro en ello.

Los intereses del entramado políticos/promotores/constructores en cada municipio, desarrollaron dinámicas de construcción de viviendas muy superiores a las necesidades municipales y con la clara intención de quitarle los clientes al municipio vecino. Una estrategia imposible de soportar en un ámbito nacional y que además del despilfarro económico producido, trayendo miles de millones de euros del futuro, que ahora estamos pagando,  propició la paradoja  de ser un país con millones de viviendas vacías y centenares de miles de españoles viviendo en precario o en la calle.

Con la estabilización del mercado inmobiliario ya se están buscando las grúas para empezar de nuevo “el afán constructor”, pero antes de que se levanten sería conveniente conocer la demanda real y en qué zonas se produce. La dinámica demográfica advierte que en los próximos años se va a producir en España una importante reducción de creación de nuevos hogares por emancipación, un progresivo crecimiento de la cifra de desaparición de hogares por extinción y, en consecuencia, una reducción de los crecimientos anuales de las necesidades de vivienda… con el consiguiente debilitamiento de la demanda demográfica.

En España ya están construidas y sin uso muchas más viviendas de las que se van a demandar en los próximos diez años, pero la ausencia de una adecuada vertebración territorial hace que puedan existir ámbitos con enormes excedentes y otros con escasez de vivienda, así como segmentos de demanda insatisfecha. Una vez más se echa en falta la ordenación del territorio y la necesaria sostenibilidad  y buen uso de todos  sus recursos. Volver a enterrar ladrillos y dinero en patatales será de burros o de políticos.


Eduardo Lizarraga/aquimicasa.com

martes, 22 de septiembre de 2015

Llega el comienzo del fin de Rajoy

A la larga y también a la corta, el país está pagando la ausencia de democracia interna en el PP. El dedazo de Fraga eligió a Aznar y éste a Rajoy. Y ahora vemos que Aznar le eligió por tonto y por sumiso. Tonto sigue siendo y lo será hasta la tumba, como nos está demostrando cada día que hace declaraciones - ahora nos explicamos el plasma- pero en la sumisión ha cambiado de dueño, de Aznar a los poderes tradicionales de la derecha, la banca, las energéticas y Merkel. 

El tonto ha llevado el país al desastre y el sumiso a convertirlo en presa fácil para las grandes empresas que son las únicas que se aprovechan de su estulticia.

El problema radica en que los fundamentalistas del PP son incapaces de hacer crítica y cambiar su voto; no ganará, ya no. Pero tendremos a éste partido con una mayoría incómoda para que el gobierno progresista que salga de las urnas pueda actuar con tranquilidad.

Rajoy no va a estar ya al frente de la oposición, la derecha no se puede permitir una destrucción más larga de lo que han sido sus planteamientos en estos años. Viene un nuevo líder tras las elecciones y tendrá que hacer limpieza si no quiere refundar el partido sobre cimientos podridos. Los cuchillos comenzarán a afilarse en breve.

sábado, 14 de febrero de 2015

Una tumba más allá del mar

El anciano sube jadeante, pero con decisión, las últimas rocas que coronan el acantilado. Un poco más allá el mar bate con fuerza la costa y, a través de la espuma marina, se vislumbra una abrupta isleta que, adornada con algunos matorrales en su parte más alta, se enfrenta al océano. Al poco, con un último esfuerzo, alcanza una trillada senda bordeada de helechos que, desde el enmarañado bosque de encinas marítimas, se dirige hacia el ya cercano promontorio.

El hombre es viejo, pero aún vigoroso; sus manos nudosas empuñan con fuerza un grueso cayado con el que se ayuda para caminar; la larga melena de pelo blanco, con gruesas crenchas a cada lado de la cabeza, se sujeta a la frente con una cinta de tela roja. Una amplia camisa de color obscuro, ceñida a la cintura por un grueso cordón de cuero trenzado, le envuelve el cuerpo; en las piernas, a la manera de los germanos, unos calzones de lana, y sobre los hombros, la lanuda piel de un cordero que, además de protegerle del frío viento del norte, le confiere un aire salvaje que no desentona con el entorno. Unas cómodas abarcas de cuero, le guardan los pies de la humedad del camino, empapado por la persistente lluvia de los días pasados.

Como acostumbra todos los días, desde hace muchos años, el viejo continúa por la vereda que lleva al promontorio, dejando atrás el santuario que, dedicado a la Venus Atlántica, construyeron los primeros romanos llegados a aquel extremo del mundo conocido. Aquel día estaba algo cansado y decidió no ir más lejos; se sentó en una piedra situada en la cima de la colina que desciende hacia la blanca espuma de los rompientes. Allí el viento, siempre fuerte y constante, crea una naturaleza pobre y atormentada, de formas extrañas, con árboles escasos y raquíticos, casi matorrales, que orientan sus ramas hacia el sur.

Durante el invierno el Cantábrico está tranquilo en muy raras ocasiones; su color verdegris en continuo movimiento, produce una placentera sensación de fuerza y de vida. La isla rocosa que defiende la entrada de la bahía, desgajada de tierra firme por
la fuerza de los elementos, y separada apenas por un brazo de mar en la marea baja, parece ir a desaparecer, de un momento a otro, bajo el embate de las furiosas olas que llegan desde mar abierto. Los cormoranes, hijos del viento y de la tempestad, juegan con el agua acariciándola con el extremo de sus alas negras y adornan su pecho con la blanca espuma de las olas.

Onetsi, así se llama el anciano, mira hacia el horizonte con atención; parece que quisiera atravesar el mar y contemplar lo que se esconde en la lejana orilla del septentrión. Sus profundos ojos azules, acuosos por la edad y el salitre, navegan sobre las olas y llegan todos los días, sin cansancio, hasta la remota tierra de Britania, que conoció en su ya lejana juventud.

Las rodillas le tiemblan un poco, -no debería haber subido por el acantilado, sino por el camino de la montaña, ya estoy viejo para esos peñascos- se reprende a sí mismo Onetsi. Pero reconoce que la oportunidad de ver a los pescadores, cuando arrastran las
redes desde la orilla, es muy  tentadora, incluso para sus ya débiles piernas. El centelleo de las escamas del pescado sobre la arena, sus diferentes tamaños, formas y colores, los gritos de ánimo cuando sirgan la red, y su alegría al recoger el producto de sus afanes, es un espectáculo siempre atractivo y del que nunca se cansa. Por eso, si al llegar desde Oiaso, la ciudad en la que vive, para tomar el camino que lleva al templo de Venus, contempla algún grupo de pescadores en la orilla tirando de la red, irremediablemente cambia de idea y atravesando la playa curiosea su trabajo con interés. Después, desde las rocas donde mueren las olas, trepa por el acantilado hasta el bosque.

Tras observar sus otrora fuertes piernas que adelgazan de año en año, Onetsi se fija en sus abarcas de piel, similares a las que llevara en su niñez y cambió; cuando apenas había crecido del todo, por unas sandalias, las caligae, que le dieron con el resto del equipo.

Tenía apenas diecinueve años cuando entró a formar parte de una cohorte romana, la" Cohors II Vasconum civium romanorum", que se estaba formando en Calagurris, una ciudad cercana a su Grachurris natal. Aquella cohorte, creada a instancias de Servio Sulpicio Galba, para, después de ser proclamado emperador por sus tropas, marchar sobre Roma y hacerse con el poder efectivo, significó una oportunidad para muchos vascones. Como su familia tenía la ciudadanía romana desde los tiempos de su abuelo Burtzi, que sirvió en la guardia personal que con vascones había formado Augusto, pudo entrar directamente en la legión romana sin tener que pasar un tiempo entre las tropas auxiliares. Corría el año 820 de la fundación de Roma y, aunque Onetsi no se enteró nunca de los cambios, en poco menos de un año se sucedieron tres emperadores en la capital del imperio. Finalmente, en el 822, un capaz general, Vespasiano, fue proclamado emperador. Poco tiempo permanecieron en Vasconia las dos cohortes recién formadas, la de vascones y la de várdulos; la reorganización de las legiones romanas emprendida por Vespasiano hizo que marcharan primero a las Galias y luego a Panonia, para vigilar la frontera germánica a lo largo del río Danubio.

Onetsi nunca había visto un río tan grande; posiblemente si hubiera nacido al lado del mar, podría haberlo comparado con él, pero era un vascón meridional, de tierra adentro, y la mayor cantidad de agua que había contemplado era el furioso Ibri cuando en la primavera bajaba con las aguas del deshielo. Un compañero suyo,  Asti, vascón de la zona de Oiaso, en el limes con las tierras várdulas, sí que lo había visto y afirmaba que cualquier río era no pequeño, sino insignificante a su lado.

Onetsi no se lo creía, ¡a él le parecía tan grande el Danubio! Casi cinco años estuvieron en aquel remoto confín del imperio, compartiendo la lucha contra los bárbaros con las duras legiones danubianas; cinco años en los que algunos de sus compañeros murieron en escaramuzas con los germanos que, a pesar de ser considerados bárbaros por los romanos, no lo eran mucho más que los primos caristios, várdulos y autrigones, escasamente romanizados, de su país natal.

En una ocasión, cuando habían cruzado el Danubio para una expedición de castigo sobre una tribu que estaba haciendo demasiadas correrías, Onetsi fue herido en la espalda por un venablo surgido desde la espesura. Y hubiera muerto a no ser por Asti, que cargó con su cuerpo a través del bosque, a lo largo de más de 200 estadios, hasta llegar de nuevo al campamento. Nunca olvidó Onetsi aquella acción y así, cuando tuvo ocasión, lo que no fue hasta muchos años más tarde, pudo pagar la deuda, aunque
de forma mucho más amarga.

Al finalizar el verano de aquel quinto año de campaña en Panonia, la cohorte marchó a Argentorate para su reorganización. Era preciso completar los huecos dejados por las bajas y dar un merecido descanso a los supervivientes. Onetsi y Asti eran ya decuriones, cuando se empezó a oír el rumor de una inminente salida hacia Britania para someter a los celtas del norte de la isla y conquistar Gales e Irlanda.

Pero como muchos de los rumores que se han dado a lo largo de todos los tiempos, sobre todo en la milicia, resultó ser inexacto. Salieron, pero con las legiones de Julio Vinicio en dirección al río Elba. Se tenía la intención de atravesar el Rhin y recuperar una ancha faja de territorio, de casi 2.000 estadios, para asegurar la frontera con los marcomanos del oeste. Otra columna subiría por la costa, a lo largo de las islas Frisias, hasta alcanzar la desembocadura del Elba. La expedición partió de la ribera del Rhin enfrentándose a las tribus germánicas casi desde el principio de la marcha. Al pasar por el bosque de Teotoburgo, donde casi 40 años atrás habían sido aniquiladas tres legiones romanas, tuvieron ocasión de enterrar sus restos; eran miles de osamentas blanquecinas que cubrían casi todo un estrecho valle rodeado de bosques. Aún le duelen a Onetsi las manos, desolladas por el trabajo de pico y pala que todos realizaron sin excepción. También recuerda como recuperaron, en algunos poblados vecinos que saquearon a conciencia, las orgullosas águilas y emblemas de las legiones vencidas, mantenidas como trofeo por los bárbaros. Además de armaduras y armas romanas.

Unas gruesas gotas le salpican en la cara y le sacan de su ensimismamiento devolviéndole al presente. El viento, reinante desde primeras horas de la mañana, ha cesado casi por completo; en su lugar las nubes venidas desde lejos comienzan a dejar caer su carga de agua, como si estuvieran ya cansadas de transportarla en su seno. Pronto el largo pelo blanco queda empapado, y el anciano se levanta para protegerse en el cercano bosquecillo. Cuando al poco remite la violencia del aguacero, que se convierte en una lluvia fina y persistente, Onetsi retoma el camino para volver al poblado. Siente en sus huesos la humedad del ambiente y con el estómago vacío no quiere quedarse más tiempo a la intemperie.

En la piel de cordero las gotas de lluvia brillan como lágrimas. Ahora no atraviesa la playa, sino que siguiendo por el monte bordea el acantilado. En un pequeño calvero del bosque deja atrás un primitivo dolmen, casi olvidado, y protegido siempre por el espeso arbolado, pronto desciende por la colina y alcanza la boca del estuario. Allí, la violenta corriente del río, alimentada por las lluvias de los pasados días, intenta vencer la fuerza de la marea engrosada por la luna llena; las olas en la barra son temibles y durante unos minutos el antiguo soldado se extasía en su contemplación. Unas galeras, cargadas de mineral argentífero, esperan en la bahía interior, alejadas de la bocana, a que el tiempo mejore para ganar el océano y llegar a las fundiciones de Burdigala, donde se convertirá su carga en lingotes de plata, conocidos como “cerdos” en Roma.

Onetsi pasa cerca del oscuro poblado de los pescadores, edificado en un arenal cercano al embarcadero; el olor a pescado es penetrante; las casas, poco más que chozas de adobes y troncos sin desbastar, le recuerdan aquellas de las orillas del Danubio. Como allí, algunas mujeres se afanan, ayudadas por los chiquillos, en colgar las redes para intentar, inútilmente mientras la lluvia no cese, que el viento las seque un poco.
Cestos de mimbre, colocados en grandes montones, esperan la llegada de la primavera y a los salmones que, como todos los años, remontaran la corriente a miles. Bajo un enramado algunos hombres se dedican a la fabricación de complicados aparejos para los atunes.
Hubo un tiempo que se pensó en colocar allí algunas almadrabas para los túnidos, al igual que existen en la zona sur de la península, concretamente en la zona de Baelo Claudia. Pero algunas comprobaciones realizadas por la familia Claudia, que tenía la exclusiva del codiciado garum gaditano para toda la península, determinaron que el coste de la explotación sería excesivamente alto. Los frecuentes temporales, la inseguridad de los caminos hacia Tarraco y el largo recorrido por mar, que además, pasaría por delante de la colonia gaditana, hacían vano el esfuerzo. Por ello Oiaso se vió relegada a ser una explotación minera de segundo o tercer orden, ya que los salmones tenían un escaso valor económico.

Siguiendo el camino que marca la orilla del mar, saluda a unos legionarios que hacen guardia en las fortificaciones del altozano rocoso que domina los vados del río.  Onetsi siempre pensó que la ciudad se debía haber construido aquí y no tan arriba del estuario, donde las mareas y los siempre cambiantes bajíos de arena dificultan el paso de las panzudas naves de carga. Pero de esa forma se está más cerca del depósito de mineral y esto es lo que cuenta para los encargados de la explotación minera.

Oiaso, que es un enclave romano situado en el "saltus vasconum", había sido descrito ya por Estrabón; los primeros viajeros que llegaron por mar encontraron unas ricas menas de galena argentífera en un monte cercano. Tras el descubrimiento y la concesión de la explotación a la familia Claudia, las legiones abrieron una vía que desde el "ager vasconum" llegaba, a través de Pompaelo, hasta el nuevo enclave imperial.

Aquella vía, no muy segura y bastante accidentada, era la única comunicación con las ciudades del sur. Cada semana, unos carros cargados con grandes tinajas de agua de mar, llevaban algunos de los exquisitos pescados del lugar, entre los que no abundaba,  por desgracia, la codiciada lamprea, hacia las ricas ciudades de Pompaelo, Aracilum e Iturissa, en donde se vendía entre los prósperos propietarios agrícolas.  Una vía de similares características se dirigía hacia las Galias llegando hasta Lapurdum, pero en esa dirección el tráfico era mucho menor.

Unos pocos comerciantes, los encargados de los trabajos mineros y los responsables de la defensa, - la colonia estaba muy cerca de los dominios várdulos y de sus correrías- junto con algunos licenciados del ejército a los que se había concedido propiedades en la región, como el propio Onetsi, eran los únicos habitantes, -poco más de un centenar- con ciudadanía romana de la comarca.  La construcción de un puerto, unas pequeñas murallas, y los templos a Júpiter y Venus, junto con unas recientes termas, eran lo único que recordaba el esplendor de la lejana metrópoli.

El camino continuaba a través de la marisma; de vez en cuando se vislumbraba, entre la húmeda neblina característica del otoño, alguna embarcación de fondo plano, con pescadores dedicados a la captura de cangrejos o a la recolección de huevos entre juncales y carrizos. Aquel tiempo desapacible y neblinoso ponía melancólico a Onetsi. Aceleró su paso, como queriendo eliminar de su mente los pensamientos que le asaltaban, y tan sólo consiguió llegar con la respiración entrecortada a lo alto de la colina, sobre la que estaba edificada la ciudad. Hacía ya bastante tiempo que los recuerdos le invadían con frecuencia. Soy demasiado viejo, -solía decirse-  hace ya muchos años que debería haber muerto. Y a continuación de aquella frase, mil veces
repetida en los últimos tiempos, pensaba, con cierta intranquilidad, en que tal vez la parca se hubiera olvidado de él.

En lo más alto de la colina que domina el puerto, tenía su casa el centurión que mandaba las tropas del puesto militar. Era un buen lugar para la defensa y desde allí se podía divisar una amplia franja de terreno y también del estuario. El servicio en la mina y la vigilancia del puerto constituían los únicos deberes militares de los legionarios. Los esclavos de la mina, -casi todos celtas de Britania, que en los mejores momentos de la explotación apenas superaron el número de 600- no residían dentro de los muros, -los jefes militares lo habían prohibido temiendo las revueltas- sino en unos amplios pabellones al pie del monte donde se encuentran los pozos y las galerías.

Onetsi tenía su casa también fuera de los muros; había vivido demasiado tiempo dentro de fortificaciones, -decía a quien quería escucharle- para continuar haciéndolo; pero lo cierto es que seguía añorando la vida del soldado y vivía con sus mismos horarios y costumbres. Adquirió aquella propiedad con parte de la prima de desmovilización, -4.000 denarios de plata- que le dieron al abandonar Britania. Hubiera preferido quedarse allí, pero las palabras de Asti y el precio de las villas en Eboracum o Londinium, demasiado alejado de su escasa fortuna, le decidieron a pedir permiso para instalarse en Vasconia. La propiedad se la vendió un avispado comerciante de Massalia, Gaius Verus se llamaba, que se había enriquecido comprando a la familia Claudia, el derecho a suministrar la colonia. Además de traer los suministros y de venderlos a precio abusivo, enviaba salmones salados a las guarniciones de toda la Tarraconensis; se decía que era el hombre más odiado por los legionarios desde Legio Septima a Cessaraugusta y Tarraco, por la cantidad de salmones que enviaba.

La villa, humilde y sin mármoles ni mosaicos, como corresponde a la explotación ganadera de una zona con escasos recursos, era de piedra amarillenta, sin ventanas, como acostumbran las construcciones locales, y estaba situada en las cercanías de un
pequeño regato que fluía hacia el puerto. En momentos de fuertes lluvias y mareas crecientes, el agua solía inundar las partes bajas de la propiedad; esta era una de las razones por las que Onetsi había podido comprar barato; otra de ellas, según se decía, es que Gaius Verus tenía informaciones exactas de que la mina se cerraría en breve, acabando así toda posibilidad de negocio.

Algunos libertos se ocupaban del ganado, -ovejas, cabras, y algunas vacas- sin que se les permitiera la entrada en la vivienda, ya que Onetsi no necesitaba que nadie le sirviera. Reanimó el anciano el fuego del hogar y tras quitarse la piel de cordero, empapada por la lluvia y sacudirla un poco, se sentó al lado de la lumbre para secarse. Los restos de la cena del día anterior -algunos trozos de carne de jabalí cazado en los montes cercanos- le sirvieron de comida; agua de una vasija y un pedazo de pan hecho con harina de bellota, que en una tierra de escaso cereal era casi el único que se podía encontrar, completaron el almuerzo. Todo un festín para un hombre acostumbrado a la frugalidad  espartana de la milicia.

Recostado en el triclinio, una de las pocas costumbres romanas a las que no había podido sustraerse, -la otra era la de afeitarse el rostro para diferenciarse de los bárbaros- Onetsi miraba el fuego con atención y pensaba. Era necesario que hiciera la contabilidad del mes que acababa; al día siguiente era día de cobro y el comandante militar le adeudaba casi 20 denarios por todas las mercancías del mes; por su parte debía pagar a los libertos y no sabía si tendría ases suficientes.  Pero no tiene ninguna gana de mirar su balance; el fuego que crepita en el hogar, devorando lentamente los troncos no le deja hacerlo; sus formas siempre cambiantes y la luz mágica y saltarina que impregna todos los rincones de la estancia, le sumergen en un mundo de recuerdos a los que, como todos los viejos, recurre con frecuencia. 

La vuelta desde el cauce del río Elba, a través de una Germania bárbara y prevenida contra ellos, fue más dura que la ida. Hambrientos, exhaustos, y con numerosas bajas, llegaron hasta la frontera del Rhin. Allá se enteraron que apenas restablecidos embarcarían con dirección a Britania. Las legiones del general Cneo Julio Agrícola habían iniciado ya la conquista de Gales y parecía que la resistencia estaba siendo mayor de la esperada. Aquella fue la primera vez que Onetsi vio el mar; había chapoteado por los pantanos inundados del Mosa, había visto el Danubio y el Rhin, incluso había llegado a vislumbrar desde un altozano el río Elba, pero nunca se pudo imaginar lo que ahora se encontraba delante de sus ojos, llenándolo todo por completo. Asti, que ante su arrobamiento se reía de él, también estaba entusiasmado. Desde hacía 15 años, que saliera de la costa cantábrica, había olvidado el particular sabor marino casi por completo.

Corría el año 832; faltaba poco para que muriera Vespasiano, y en Roma se había decidido proseguir con la conquista de Britania abandonada desde la época de Nerón. La muerte del emperador no supuso ninguna traba ni retraso para el proyecto; su hijo Tito, que era tan capaz como el padre, confirmaría en el cargo a Agrícola y este sometió a Gales por completo. Britania se hizo romana, al menos en su parte sur, y continuaría siéndolo por cerca de 300 años.

Pero nada de esto importaba a Onetsi; llegados a Britania cuando la conquista de Gales había finalizado casi por completo, encontraron al cuerpo principal de la expedición, a la que se unieron ambas cohortes, -la vascona y la várdula- acampado muy en el norte, en la frontera con los pictos. Frente a ellos, al otro lado del mar, el próximo objetivo: Irlanda. Pero aquello había de demorarse aún un tiempo,-la realidad es que nunca se llegó a realizar ningún intento serio.

Mientras tanto el pequeño poblado, casi salvaje, al que habían llegado, situado en la frontera con los bárbaros celtas del norte, se había convertido en un mercado floreciente, como lo son todas las ciudades fronterizas. Allí se intercambiaba todo tipo de productos con los pictos, caledonios y escotos, apareciendo, cuando el estado de la mar lo permitía, algún curragh irlandés. Armas forjadas en las Galias o en Hispania, vino y aceite mediterráneos, telas y vidrio, se cambiaban por el ámbar procedente de la septentrional Thule o por esclavos perdedores de alguna desconocida guerra tribal. El mercado de esclavos se celebraba a mediados de cada mes; los compradores, casi todos mercaderes provenientes de las Galias, se encargaban de abastecer los siempre necesitados mercados romanos.

Tenía Onetsi treinta y siete años y era decurión cuando encontró a Itzi; bueno, si es preciso respetar la verdad la encontraron los dos, Asti y él. Y ambos se enamoraron de ella. Era hija de un comerciante originario de Barcino en la Tarraconense, casi el único que no era de las Galias de los instalados en el pueblo; había llegado tras las legiones de Agrícola para hacer negocio. Posiblemente su origen fue la razón por la que los miembros de las cohortes vasconas se convirtieran en sus principales parroquianos; aunque también la belleza de su hija, Itzi, pudo influir en la elección.
En el almacén de Antonino, -así se llamaba el mercader- podía encontrarse cualquier producto que se pudiera necesitar; por lo menos de eso presumía el comerciante. En su interior, inundado por un penetrante olor mediterráneo, mezcla de especies, pez, aceite, vino y cueros, Itzi, la hermosa Itzi, la de atardeceres cálidos, de miel y almendras; de marcada belleza morena, con ojos vivos y rasgados, abiertos al sol; acostumbrada al tenue murmullo de las olas y al cálido clima de una primavera constante, hechizó por completo a los dos amigos. La verdad es que la chica era hermosa; con esa hermosura de la mujer morena, de suave y largo pelo negro ondulado, oscuros ojos penetrantes y labios carnosos y rojos; con sonrisa incesante y pícara, igual que la de las ninfas mediterráneas.

Y allá se lanzaron ambos, a enamorar a la bella hija del mesonero. Con cartas iguales, pero jugando cada uno a su manera, y con la misma vehemencia. Finalmente, cuando faltaba poco más de un año para que ambos amigos cumplieran los veinte años de servicio a Roma y pudieran licenciarse, Itzi se decidió. Y lo hizo por Asti. Porque era más simpático, porque le decía cosas bonitas y a veces atrevidas, porque sabía tocar el caramillo, porque era más sinvergüenza...

Onetsi nunca entendió, ni entendería en su larga vida cuáles son los motivos que mueven a las mujeres. Tanto le conmovió aquella decisión que desde entonces, cuando algo le asombraba se le oía exclamar: ¡Extraño como el corazón de una mujer! El, que era tan sincero, tan poco amigo de beber y de alborotar, que comía lo justo, que nunca andaba persiguiendo a las mujeres de los demás… ¡Qué diferencia con Asti! Jugador empedernido, fantasioso, bebedor incansable, glotón, y con las mujeres ¡para qué hablar! El propio Asti, que reconocía sin ambages todos esos defectos, los achacaba al cuarto de sangre várdula, que le venía por parte de madre. Y afirmaba que ¡ese cuarto de sangre, loca y aventurera, es el que me trajo hasta esta lejana tierra de perdición!

Al principio Onetsi no se lo tomó muy bien y anduvo evitando a ambos, a Asti y a la bella mesonera, durante algún tiempo. Pero como era de buen corazón y un sentimental en el fondo, al poco tiempo comenzaron a ser los tres inseparables.

Antes de que se dieran cuenta llegó el momento del anhelado licenciamiento. Asti lo tenía muy claro, quería casarse, -las leyes militares romanas impedían que los legionarios pudieran contraer matrimonio- y así, con el dinero que le dieron al licenciarse, se asoció a su suegro y se casó con Itzi. No hubo forma de convencer a Onetsi de una sociedad a tres. Con la excusa de que no veía motivos para abandonar la vida militar se reenganchó por un período de diez años, lo máximo que le dejaban con su edad. Sin embargo prometió a Asti, y a Itzi,  que no les abandonaría y que siempre, pasara lo que pasara, serían amigos, los mejores, y estarían juntos.

Las incursiones de los caledonios, que estaban haciendo peligrar amplias zonas del interior de Britania, consiguieron que se abandonara la idea de invadir Irlanda. En su lugar se inició una campaña para someter a las salvajes tribus del norte que degeneró en una desconcertante guerra para los romanos, de rápidos movimientos, con avances peligrosos y retiradas siempre sangrientas. Las dos cohortes, la vascona y la várdula fueron, en muchos casos, punta de lanza para las legiones romanas. Tras aquella campaña, dura, salvaje, y en la que no hubo ni vencedores ni vencidos, Onetsi fue nombrado centurión. Era la más alta graduación que podía alcanzar alguien que no perteneciera al patriciado romano.
Asti, que estaba engordando peligrosamente, era feliz con Itzi. El suegro, Antonino, había muerto en un viaje a Hispania y el matrimonio se había hecho cargo de todos los negocios del comerciante. Tenían un hijo de pocos años,-cuyo padrino era por supuesto Onetsi- y estaban pensando en abandonar aquella región, demasiado insegura, y asentarse en la zona sur de Britania, posiblemente en Eboracum. No tuvieron tiempo para hacerlo; en una de sus frecuentes salidas hacia el norte, los legionarios romanos fueron engañados por los pictos que retrocedieron ante ellos para, envolviendo su retaguardia, atacar y saquear el puesto fronterizo.

Las gruesas columnas de humo en la lejanía avisaron al cuerpo expedicionario imperial que algo andaba mal. La cohorte de Onetsi  llegó la primera, pero ya era tarde. Hacía tres días que los caledonios y los pictos habían abandonado el lugar, dejando tras de sí tan sólo desolación, pillaje y muerte. Enterró lo que quedaba de ellos en una colina cercana, sobre la playa, uno junto al otro y al niño con Itzi, su adorada;  la cabeza hacia Oriente y los pies hacia Occidente, como hacían sus antepasados desde tiempo inmemorial. Con la cara vuelta hacia el mar, para que fuera lo primero que vieran todos los amaneceres. Y las lágrimas no le dejaron ver durante días.

Al año siguiente la cohorte abandonaba, sólo por un tiempo, dijeron, Britania para dirigirse a Mauritania. El cambio era abismal. Tras una temporada en Gades para pertrecharse, partieron para la Tingitania.

Por la mañana el sol despunta temprano, asomando rojo en la lejanía de un cielo color acerado. Luego se torna amarillo, fuerte, abrasador, recorriendo su cotidiana trayectoria por el suelo, una veces arenoso, otras de quebrada roca amarilla, ocre sobre blanco. Las sombras, muy acusadas, contrastan sobre la superficie como la tinta sobre el papel, recortando a la vez estilizadas siluetas de mil y un modelos. Y en este secarral, siempre acompañado por el sol, que desconoce las nieblas y las nieves, el retumbar del trueno y las centellas de los relámpagos, pasó Onetsi tres de sus cuatro últimos años de vida de soldado. Aquella región infecunda, abrasada por el aire, de sequedad pura, aséptica y conservadora, llenó para siempre su alma de tristeza y añoranza. A veces, cuando el viento soplaba del norte, lo soñaba frío e inclemente, con afrutados aromas de bosque y
tundra, musgo y líquenes, con un ligero sabor al salitre bravío del mar del norte.

Pero todo era una ilusión y tuvo que esperar hasta el 850 para retornar a Britania donde seguía la cohorte procedente de Vardulia. No pudo visitar la tumba de su único amor antes de licenciarse. Aquel era ya un terreno abandonado a las correrías bárbaras y pasarían más de cincuenta años antes de que los romanos volvieran a ocuparlo. Pero nada de esto era de su conocimiento y pensando que era lo mejor que podía hacer de momento, volvió a Vasconia. La insistencia de Asti en que Oiaso era el paraíso le movió a conocerlo y, fruto de un cúmulo de casualidades, se estableció en aquella remota región del imperio.

El otoño, con su baile de hojas secas invadiendo los caminos, y con su lluvia incesante resbalando por árboles y muros, está dando paso al invierno. Ya caen las primeras nieves y el frío se desliza por los montes anegándolos de un sobrecogedor silencio. Poco a poco y conforme pierden sus últimas hojas,  los árboles inician un tiempo de letargo del que no despertarán hasta la próxima primavera. Hasta entonces la vida, sin llegar a suspenderse del todo, se ralentiza. Algunos animales se refugian en sus madrigueras y otros emigran hacia el sur; los viejos ya no volverán. Han cumplido con su ciclo vital y el simple hecho de vivir por vivir es un engaño a la naturaleza.

Las finas hebras de oro del sol invernal tardan en despejar las nieblas húmedas de la mañana. Hace ya tiempo que las malvices, expulsadas de las zonas altas por el frío, cantan en el cercano bosque de robles, cuando Onetsi abandona la casa. El regato baja con fuerza; el ruido del agua ha acompañado el duermevela del anciano durante toda la noche.

Hoy no se entretiene en ver el ganado, ni en dar instrucciones a los pastores; sin apenas decir nada, y con un ligero saco a la espalda, toma el camino de la costa. Al pasar por delante de la necrópolis, en la que se adivinan las toscas vasijas de barro que guardan las cenizas de los muertos, sonríe enigmáticamente y aferra el saco con decisión. Siempre supo que aquellas puertas no se abrirían para él.

El sol brilla ya en lo alto cuando atraviesa los juncales. Es un tranquilo día de invierno; algunas aves acuáticas se levantan del agua a su paso para volver a posarse un poco más allá. La playa está vacía y a pesar de ello la recorre para ver morir las pequeñas ondas en la orilla. La mar está casi lisa, se diría que ante el intenso frío ha guardado su genio. Un círculo de gaviotas, chillando a lo lejos, le habla de la eterna lucha por la vida.  Hoy sube el acantilado casi sin esfuerzo; en lo más alto se da la vuelta y contempla la bahía; su inmensidad azul envuelve el río con el amoroso abrazo de la eternidad.

Tras henchir sus pulmones con el gélido aire salino de la mañana, se interna en el cercano bosquecillo; busca el antiguo dolmen, indicio mudo de pasados ritos y dioses. Allí, al lado de las piedras musgosas, recuerda las casi olvidadas costumbres, y con el nombre de Luc en sus labios, inicia la ceremonia que tantas veces contemplara en su niñez. Con hojas, y algunas ramas secas que recoge a su alrededor, hace una pequeña pira en la que quema unos panes de harina de bellota y algunas hierbas olorosas recogidas en el bosque. Luego se dirige hacia el promontorio rocoso.

En el camino entra también en el santuario de la Venus Atlántica y sobre su ara derrama aceite -a cada dios es preciso darle lo suyo. Las viejas creencias se mezclan con las nuevas en el continuo devenir de la historia. Ahora tras solicitar la protección de ambas divinidades, ya está dispuesto para emprender el largo viaje; ese del que nunca se vuelve.

Desde la colina observa el horizonte marino; la ausencia de olas permite ver con nitidez la corriente, que acariciando la costa se dirige hacia el norte. Parece un río dentro del mar; el color es diferente y se puede observar su movimiento. El anciano desciende con decisión la colina hasta una pequeña cala de fondo arenoso y translúcido. Despojándose de la ropa introduce su cuerpo desnudo y aún fuerte en el agua; el frío le sobresalta, pero pronto se acostumbra y comienza a nadar mar adentro. La corriente le rodea y le toma en su seno. El pelo blanco flotando sobre el agua se asemeja a un retazo de espuma.

Muy al norte, allá donde termina la corriente, sobre una lejana playa que mira al mar,
la tumba de su amada Itzi le espera desde siempre.  

Eduardo Lizarraga
Hondarribia  febrero 2015



domingo, 18 de enero de 2015

Apostando al rojo y al negro

 El año 2015 puede convertirse en el más importante para España desde la muerte del dictador, que no de la desaparición del franquismo, y que nadie me hable del año que ganamos el Mundial…. La transición, supuso para nuestra país el advenimiento de una pseudodemocracia tutelada, para que las oligarquías empresariales y financieras del país no perdieran ni el control económico ni el político. Y si no lo creéis así, mirad cuántas de las familias del franquismo y del antiguo régimen,  siguen detentando el poder cuarenta años después de la desaparición del general golpista; ese mismo enanín que sumió a nuestro país en una dictadura ignominiosa, e impidió un desarrollo acorde con el del resto de Europa. Por poner un ejemplo, el ínclito Carlos Fabra, golpeado más que tocado,  por la mano de “si sueñas, loterías” procede de una familia que lleva manejando la Diputación de Castellón desde el último tercio del siglo XIX.

Entramos en una año electoral decisivo para que el bipartidismo, que dicen fue necesario en su momento, ceda el paso a otra situación política en la que los partidos dejen de gobernar a su propia conveniencia y vuelva el pueblo a recoger el mandato que les cedió. Y esto no va a resultar tarea fácil, porque no se van a dejar. Y no son sólo los partidos PP/PSOE, los que se van a mostrar muy reticentes a cualquier cambio. Es que también hay otros interesados, casi invisibles, que aunque no ocupan espacio en los carteles electorales sí que se presentan a las elecciones, al menos para ganarlas. Me refiero a los grandes poderes fácticos – no es broma, existen- que están gobernando en éste país desde hace siglos. Ellos son los que controlan los partidos y envían a sus marionetas a desarrollar el programa electoral que necesitan. No pierden nunca porque apuestan a la vez al rojo y al negro, aunque debiera decir azul. Y los partidos subastan los favores a recibir en una miserable acción oculta a los españoles.

Porque la realidad es que el programa electoral con que los partidos concurren a las elecciones, y con el que pretenden y consiguen convencer al electorado, es muy imaginativo, tiene mucho de populista y poco, muy poco que ver con la desvergonzada realidad que luego ejecutan. Y empleo bien el verbo porque el programa electoral del PP, desarrollado por Mariano Rajoy y su "Muchachada Nui", ha significado una verdadera ejecución de las esperanzas, expectativas y en muchos casos vidas, de muchos, muchísimos españoles, les votaran o no. El programa oculto del PP de Mariano, ha sido el programa de la banca, de las grandes oligarquías financieras, de los entramados empresariales y de la Iglesia.  El programa con el que todos ellos han conseguido enriquecerse aún más, y sumir en la pobreza y la desesperación, cuando no en la enfermedad y la muerte, a millones de españoles. Españoles que, crédulos e ingenuos, les votaron a tumba abierta… y no es exageración que, con otra legislatura más del PP, el único negocio boyante iban a ser las funerarias.

Aún recuerdo cuando Joan Manuel Serrat, idealista entre todos los idealistas, denunció al PSOE por incumplimiento de su programa electoral y estafa al electorado. El mismo PSOE que ahora nos intenta convencer de su honestidad y bonhomía. No sirvió de nada, salvo para que ya tuviéramos claro, para siempre, que el programa con el que concurren los partidos a las elecciones es un mero reclamo publicitario para conseguir votos, ni es vinculante, ni se puede considerar un contrato con el electorado. Además, aún no he visto a ningún presidente de Gobierno, con la honestidad suficiente para dimitir y convocar nuevas elecciones, si no puede llevar adelante el programa que prometió. Y esto sucede porque los programas electorales son burdas mentiras que ocultan los intereses que van a marcar los patronos.

Porque eso es lo que tenemos, patronos y empleados. Patronos que pagan para obtener unos resultados y empleados  que cobran por los servicios prestados. Y no hay más que verlo en los dos grandes partidos, PP y PSOE.  La banca concede préstamos, sin avales, a estos partidos políticos, préstamos que además luego perdona. Está claro que es un dinero que conceden para que les ganen las elecciones, dinero que les reporta grandes beneficios. Y además, proporcionan a los políticos “conseguidores”, estupendos empleos para cuando dejen la política. Y esto lo hacen, bien lo sabemos, la banca, las empresas de energía, las empresas sanitarias…todo son pagos por trabajos realizados…con éxito.

Y así nos va al resto del país, que pagamos esos sueldos de por vida a los políticos y además los beneficios extras que reciben las empresas. Y tanto monta PP como PSOE, a la hora de apuntarse a este desvergonzado plan de acción, con el que consiguen engrasar el partido, y hacerse con unos buenos puestos de trabajo cuando dejen la política…”puerta giratoria” le llaman. González y Aznar marcaron la pauta y les siguieron toda una caterva de Ministros, Secretarios de Estado, Consejeros autonómicos…

Tal vez podáis pensar que siempre ha sido así, y es cierto, pero ya va siendo hora de acabar con éstas prácticas miserables que pagamos el resto de los españoles. Prácticas que se han convertido en un sarcasmo desde el inicio de la llamada transición, ¿de una dictadura a una oligocracia? ¿Hay alguna diferencia? Y  no sólo es eso, sino que además nos toman por tontos –  uno de ellos Rajoy I, el pusilánime- y  nos roban hasta que sangramos por todos los poros.

Hay otros grupos que no estarán tampoco en los cruciales procesos electorales de este año 2015. Y no porque no quieran o deseen estar entre bambalinas, como los que manejan la vida política de nuestro país,  sino porque no les han dejado. Emigrantes a los que se hurta el derecho al voto, desahuciados que se quedan sin casa y sin mesa electoral, suicidas –más de 4000 al año- empujados a la muerte por unas condiciones sociales propias del tercer mundo, enfermos de hepatitis C, que mueren a un ritmo de 12 diarios, indigentes que perecen de inanición en las calles…¡qué suerte que ya no están! dirán desde el partido gobernante, porque todos ellos votarían en su contra, y ya se sabe….”tacita a tacita”…

Aunque claro está, como siempre sucede, esos muertos, asesinados por una política social brutal y sin escrúpulos, tienen a alguien cercano, familia,amigos…personas que saben quién ha sido el culpable de que ya no estén con ellos, que conocen que éste gobierno y los que le han precedido, se han postrado siempre ante las élites económicas y empresariales del país, con dramáticas consecuencias para todos nosotros. Y votarán en conciencia.

En nuestras manos está que el tardofranquismo desaparezca, de una vez para siempre, de nuestra política, sus símbolos de nuestras calles y sus personajes de nuestra memoria, los de antes y los de ahora. Ya ha llegado momento de que la transición termine. Este año 2015 es el año de votar en libertad y proporcionar a éste país la democracia que necesita.

Eduardo Lizarraga

Periodista y escritor

sábado, 3 de enero de 2015

Matrimonio en crisis


Al feliz matrimonio PP/PSOE le ha llegado la crisis. Y no porque estén peleándose entre ellos, que se quieren y necesitan más que nunca, sino porque la falta de recursos ideológicos y económicos, les está dejando las vergüenzas al aire y pueden terminar desahuciados de la que ha sido su vivienda durante casi cuarenta años. Algo que por otro lado le está pasando a muchos españoles, sin que la parejita política haya hecho nada por evitarlo.

 

Y el problema les llega porque de este matrimonio de conveniencia, gobernante en España desde la década de los 80, y afectado por una situación económica y social que está mostrando la decrepitud moral de la clase gobernante, ha nacido un hijo que amenaza su subsistencia como sistema de alternancia. No se puede entender de otra manera la irrupción de “Podemos” en la vida política española. Es fruto de ese matrimonio y de que la crisis económica la están haciendo pagar de forma sangrienta a la inmensa mayoría del pueblo español. Dejando indemnes, eso sí, a la clase política, banqueros, ricos y grandes corporaciones.

 

Conscientes todos los beneficiados por el sistema alternativo, de que el mismo puede estar llegando a su fin, han salido a la palestra a defender lo que creen suyo. Y se nota. Tanto en los medios de comunicación “públicos” como en los pseudopúblicos y en las redes sociales, el ataque a “Podemos” es invasivo y continuo, aunque muy poco eficaz, diríase casi que consigue el efecto contrario. Los periodistas asalariados del sistema, los adjudicatarios de pesebres públicos, los que tienen su trabajo dependiente de los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones empresariales…todos los que de una manera u otra están enchufados a la teta pública, obedientes e interesados, han respondido al toque de rebato y han salido a defender a sus amos y a su pitanza.

 

Pero no es nada fácil darle la vuelta a una situación de años, que cada día se vuelve más indefendible. Por un lado el PP, asolado por casos de corrupción casi diarios y que no perdonan ni a su Comité Ejecutivo. Con Mariano Rajoy achicando los escándalos a cubos y con vías de agua cada vez más grandes, que están hundiendo su poder en Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Diputaciones, base de la victoria o la derrota en la próximas generales. Y ya piensa hasta en inaceptables retrasos de la convocatoria electoral para subvertir la situación…todo con la idea de que se afiance una recuperación económica que sólo se percibe en Génova 13 y que es un sarcasmo para la gran mayoría de los españoles.

 

Y por el otro un PSOE desconcertado, que pensando en la “santa alternancia”, creía, como derecho inalienable, que ahora le tocaba a él asumir la presidencia de esta empresa que es España y colocar a los suyos en los mejores puestos, para que medraran durante unos años. Y no es que no tenga también casos de corrupción, que los tiene, sobre todo en aquellos lugares que como Andalucía están bajo su control desde hace demasiados años. Lo que sucede es que además, carece de la necesaria credibilidad para enfrentarse a la ingente tarea de darle la vuelta a todo el entramado neoliberal y de privatizaciones, recortes  y desmantelamientos que ha realizado el PP durante estos largos tres años. Y carece de credibilidad,  porque en la gran mayoría de los casos ha sido el cómplice necesario.

 

Y el problema de estos dos partidos se acrecienta cuando la opinión pública percibe que dentro de sus cuadras –sí, sí, he dicho cuadras que no cuadros- existe una gran carencia, al menos en apariencia, de políticos honestos y que puedan representar al pueblo luchando contra las injusticias sociales y olvidándose de sus bolsillos. El saliente presidente de Uruguay, José Múgica, es un ejemplo de político honesto que no se ha enriquecido con su cargo. Y es ejemplo, por lo extraño que resulta en comparación con lo que sucede en nuestro país, donde los pocos políticos encarcelados saben, que cuando salgan, tendrán a su disposición el dinero robado y convenientemente oculto.

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Y son los correligionarios de estos políticos, carentes de ética y moral, los que se asoman diariamente a los medios, para gritar contra los nuevos candidatos del pueblo que amenazan sus poltronas y prebendas. Políticos nuevos, que dan esperanzas nuevas a un pueblo oprimido por una situación económica gestionada de forma nefasta, con escándalos de corrupción a diario y una casta gobernante que no quiere perder sus privilegios.

 

Para el Partido Popular, la situación es dantesca, con imputados en cualquier región o ayuntamiento de España. La documentación judicial de los casos Gürtel, Bárcenas, Brugal, Palma Arena, Fabra, Caja Madrid/Bankia, Púnica, está repleta de pruebas de la situación a la que se ha llegado. Y las disculpas de Mariano no sirven de gran cosa para una ciudadanía harta de recortes y de ver cómo el necesario y escaso dinero público es saqueado por unos delincuentes electos y sus cómplices. Y no sirven, porque detrás de las disculpas no hay exigencia de responsabilidades políticas a los implicados, que son muchos, y lo único que se extiende a todo lo largo y ancho del PP es la invocación –como si fuera un dios- a la presunción de inocencia. Ni responsabilidades políticas ni actuaciones enérgicas…jajaja Rajoy actuaciones enérgicas…jajaja.

 

La corrupción en el PP, como se está demostrando a diario, no es un caso aislado, sino un fenómeno bastante generalizado que se ha extendido desde la sede central del PP, en Génova 13, a muchos de sus gobiernos, ayuntamientos o diputaciones. Y la corrupción que se va conociendo, puede terminar por alcanzar a los grandes “intocables” del partido: Rajoy y Aznar. La necesaria némesis les va a llegar por el voto de los electores y a ella debiera suceder una catarsis que limpiara el Partido Popular de todos los políticos que, de una manera u otra, han metido la manos en la caja pública, que es de todos y que son muchos.

 

El problema radica en que los partidos políticos, sobre todo PP y PSOE, han convertido la corrupción en un sistema de enriquecimiento sustentado en tres grandes pilares: el corruptor, el corrupto y el que mueve y esconde el dinero. Es decir, políticos, empresarios y expertos financieros. Y si aún se persigue y castiga poco a los políticos, los empresarios y las entidades financieras siempre quedan apartados, como si no fueran parte del sistema corrupto que está minando, tanto la economía del país, como sus convicciones democráticas. Y ninguno de los dos grandes partidos parece estar dispuesto a hacer lo necesario para acabar con el problema de corrupción generalizada, un mecanismo que les permite disponer del suficiente dinero para pagar a sus fieles y quedarse con algo para su peculio…o tal vez sea al revés.

 

El caso es que la lucha contra la corrupción debe sustentarse en un cierto cambio legislativo, pero también necesita, como Jueces para la Democracia ha denunciado recientemente, un importante aumento de personal y equipamiento informático acorde con los delitos y los medios empleados. Y parece que esto no interesa a los dos grandes partidos empeñados ahora en pactos vacíos, tanto de alcance como contenido.

 

Para qué hablar de la lentitud y politización de la Justicia en España, que convierten en una chanza la separación de poderes y a la impunidad como la única realidad visible para este pueblo español, que éste año pasa a ser electorado.

 

Así están las cosas en España, cuando como producto de todo ello surge la opción de “Podemos”. Y no es sólo por la asociación antinatural de ese matrimonio bien avenido PP/PSOE, ni por el interesante aderezo de los escándalos de corrupción existentes, que también, sino porque el electorado ha cambiado.

 

Hemos pasado de una juventud despolitizada en los años 90, hastiada de la intensa vida política que siguió a la muerte de Franco –lo de cambio de régimen me parece un chiste de mal gusto-, a la que se llegó a acusar de apolítica, despreocupada, indolente…y un largo etcétera, y a la que tan sólo le preocupaba el apartamento de la playa, el cochecito y la vida burguesa, a todo lo contrario. Una juventud que se mueve en unos parámetros muy diferentes a la juventud que conocíamos, con entornos de solidaridad y de trabajo en común; con una preparación técnica y cultural muy superior, y para la que el régimen asambleario y la democracia interna son necesidades ineludibles.

 

Esta nueva juventud desprecia a los partidos políticos tradicionales, como hacían los jóvenes de la década de los 90 con el PSOE o el PP, pero al contrario de aquellos no pasa de la política sino que intenta modificarla. Y no la quiere cambiar con una revolución en las calles –nuestra vieja revolución pendiente desde el XVIII-, sino que está dispuesta a llevarla adelante,  desbancando a los actuales políticos de las instituciones, vía las urnas. Distinta, sí, pero también puede ser una revolución con consecuencias impredecibles y de largo alcance.

 

Y con ésta juventud, con los hastiados de la política española, los represaliados sociales por una u otra causa, los afines a una izquierda que no encuentran ni en el PSOE ni en IU,  con las clases medias que votaron PP y los han hundido en la miseria…en suma, con un amplio espectro social que tiene en común que no abreva de los pesebres políticos y que quiere cambios; con todos ellos ha conectado “Podemos”. Que además trae formas nuevas de hacer política, como es el control mediático a través de las redes sociales, el voto directo de las personas para elegir a sus representantes y una manera de decir la realidad que llega diáfana al electorado, entre muchas otras.

 

Por el lado contrario encontramos a un PP asustado, maestro del regate casposo en corto, con expresiones como  la Ley de Seguridad Ciudadana, que no le va a traer más que disgustos, anonadado todos los días por un nuevo caso de corrupción entre sus filas. Y un PSOE horrorizado de quedar relegado a tercera fuerza política y perder muchos de sus tradicionales pesebres, con el “efecto Sánchez” a la cabeza. Un PSOE  que no consigue despegar a pesar de estar copiando algunas de las formas exitosas de “Podemos”, con convocatorias virales a través de las redes. Y que niega de forma sistemática cualquier posible  pacto de gobierno con el Partido Popular, además de caer en el error de acusar a “Podemos” de populismo, término ya tan manido que está dejando de tener un sentido peyorativo.

 

Pero no hay que perder la perspectiva de que los verdaderos enemigos de la democracia en España no son estos dos partidos políticos, manchado de corrupción y manipulados, sino los que les controlan. Las élites extractivas, que no se presentan a las elecciones, pero que ponen a sus peones en los carteles electorales, para que lleven adelante los programas ocultos que les interesan. Son las compañías energéticas, las entidades financieras, las tecnológicas…multinacionales todas,  que han convertido a nuestro país en su cortijo particular, del que extraen recursos y mano de obra barata, imprescindibles ambos, junto con una legislatura apropiada, para lograr el control del país y unos beneficios empresariales y personales nunca vistos. Y van a ser duros de pelar, no creo que dejen perder su predio fácilmente.

 

Espero de “Podemos” muchas cosas, y no sólo una nueva forma de hacer política en España, sino un auténtico lavado en profundidad –más que a Mr. Propper utilizaría un cepillo de carpintero- que cambie la actual sociedad que conocemos por otra en la que el poder resida de verdad en el pueblo y el neoliberalismo cambie por un estado social. Y para eso le van a bastar dos legislaturas tan sólo. Bien aprovechadas, eso sí, porque la tarea de desmontar el marco legislativo liberal que el tándem PP/PSOE ha llevado adelante se va a comer la primera de ellas. Y a partir de ahí hay que derribar tabúes y  abordar la reforma de la Constitución, de la Ley Electoral,  la no injerencia del poder político en la Judicatura y la financiación de los partidos. ¡Casi nada!

 

Eduardo Lizarraga

Periodista

Manzanares el Real