Si hay algunos animales que desde siempre han provocado asco y repugnancia entre nosotros son aquellos que viven de la sangre de los demás; pulgas, sanguijuelas, garrapatas, vampiros…no gozan de ninguna buena prensa y su misma mención nos repele. Y ello a pesar de que representan un mínimo riesgo para nuestra vida. Sin embargo, cuando por un extraño arte de metamorfosis esos mismos animales –y pido perdón al reino animal- mutan y colocándose pantalón, chaqueta y corbata, u otros oropeles, se yerguen a nuestro lado convirtiéndose en banqueros, políticos, faranduleros y un largo etcétera, les aplaudimos, admiramos, amamos y estamos dispuestos a dejar que nos chupen hasta la última gota. Y sonriendo. ¿Es que somos tontos?
Hace apenas veinte días que una parte de esa sociedad desangrada ha decidido decir ¡basta! Basta de burlas, basta de ser el rebaño de corderos, basta de alimentar a los morloks con nuestra sangre. Y a pesar de las amenazas han decidido utilizar el espacio común de las plazas, que en esa función tienen más de 2500 años, para exteriorizar su protesta. En Barcelona, Felipe Puig decidió acabar con ellos por la fuerza y no hizo más que echar gasolina al fuego. Ahora son más y tienen más conciencia. En Madrid la CEIM ha decidido denunciarles ante la fiscalía por no dejar hacer negocio a los comerciantes. ¿Es qué es más importante el mercadeo de 20 comercios que el despertar de una conciencia social que parecía dormida? Se les quiere llevar al extrarradio, donde no molesten, donde su voz se pierda entre los campos. No vamos a dejar que eso suceda, vamos a seguir allí hasta que tengan que utilizar la fuerza, y ¿quién se va a atrever? ¿El candidato Rubalcaba? ¿La CEIM y la CEOE al compás? ¿Rajoy?¿Es que no estamos viendo todos los días las imágenes de la primavera árabe? ¿Es que no compartimos sus reivindicaciones? Hay que conseguir que esta sociedad aborregada por Tele5, presa del consumo y esclava de las hipotecas y las tarjetas de crédito, se levante y haga oír su voz. Porque nos va la vida en ello.
Entre un 7 y un 31% han elevado los bancos sus comisiones en este último año. Desde un 7% por el mantenimiento de la cuenta, a un 31% por disposición de efectivo con una tarjeta de crédito. ¿Alguien ha dicho algo? ¿Alguien ha impedido que lo hagan? Pues no, nadie de los que tienen el poder político para decidir en estas cuestiones ha dicho nada. ¿Por qué será? ¿Cuántos partidos políticos dependen del crédito de los bancos para sus campañas y funcionamiento? ¿No son acaso chupasangres con más o menos patas?
Las entidades financieras son las principales causantes de la situación de crisis económica en la que nos encontramos. Su desmedido afán por el beneficio, por repartir dividendos, por crecer, por unos bonus obscenos para sus directivos, por el relumbrón, nos ha llevado a una situación en la que miles de millones de personas están muriendo, sufriendo, pasando necesidades. Todo por querer jugar al Monopoly con el dinero de los demás, mejor dicho, con las deudas de los demás, con un dinero inexistente. Y cuando todo el castillo de naipes se les viene abajo deben acudir los gobiernos centrales, con el dinero de todos, para sacarles del lío en el que nos han metido. Hasta aquí, y luego quiero entrar en las responsabilidades penales que actuaciones de esta calaña debieran tener, todo parece, desde el punto de vista del capitalismo financiero global, algo que entra dentro de lo posible. Lo imposible, el esperpento, viene después. Y este sucede cuando las entidades financieras, salvadas “in extremis” con dinero público en lugar de entonar el mea culpa y cambiar su actuación hacia una política más social y sostenible, adecuada a una situación tan grave como en la que nos encontramos, continúan haciendo de las suyas, y ahora no ya con dinero privado de sus clientes, ahora con dinero público que es de todos. Y en lugar de dar créditos para el crecimiento empresarial y para el saneamiento de la economía, se lanzan de nuevo a la repartición de dividendos, de bonus y a actuar en los mercados financieros en contra de los intereses de los países que les han prestado el dinero; jugando contra su deuda nacional.
Hace falta, de una vez por todas, acabar con los paraísos fiscales desde los que se están orquestando todas estas campañas contra la deuda de diversos países, entre ellos España; hay que dejar de considerar a todas estas sanguijuelas, garrapatas y vampiros como héroes nacionales y modelos a seguir. Y están en todos los ámbitos, desde presentadores de telebasura que actúan como barrenadores del cerebro, hasta personajes como Fernando Alonso que es ciudadano andorrano para no pagar los impuestos en su país. Para qué hablar de políticos diversos, banqueros de papel couché o constructores cementadores de toda nuestra costa.
Pero debemos hacer otra reflexión, y esta es muy peligrosa porque trae al recuerdo conceptos que el capitalismo global quiere dejar definitivamente enterrados. Vamos a juzgar a Ratko Mladic –se lo merece 8000 veces- por crímenes contra la humanidad; cuando caiga Gadaffi se le juzgará por lo mismo. Sus armas han causado el sufrimiento y la muerte a miles de personas. Por ello se las quitaremos y les juzgaremos. ¿Qué debemos hacer con los responsables financieros de esta crisis mundial que han dejado sin trabajo y condenado al hambre, al sufrimiento y a la muerte a cientos de millones de personas? ¿Tal vez a miles? ¿No son el dinero y los instrumentos financieros armas más terribles que los AK 47 y las Oerlinkon? Y si es así, ¿por qué las dejamos en manos de garrapatas y sanguijuelas indeseables para las que no somos nada más que un rebaño al que sangrar? Según Trichet si vamos a otra crisis ya no habrá dinero para solucionarla.
De verdad, hace falta ese cambio de sistema para poder evolucionar hacia un mundo más justo y más seguro. ¡Que me busquen en las plazas!, llevaré dos botes de “Garrapatin” en los bolsillos.