Con el mismo sentimiento que tiene el
que pone un circo y le crecen los enanos, deben andar los agentes inmobiliarios
después de enterarse que el Banco de Sabadell ha decidido lanzarse a la
palestra de la intermediación inmobiliaria y hacerles la competencia. Y es que
el banco que preside Josep Oliu, tras observar que el mercado inmobiliario está
mejorando y que abundan las operaciones entre particulares, ha anunciado que ofrecerá
sus servicios no sólo a los particulares que quieran comprar sus viviendas,
sino también venderlas. Y para ello va a reestructurar su red comercial en todo
el territorio nacional. Lo dicho, lo de los enanos.
Sabadell no sólo quiere sacar partido
a su amplia cartera inmobiliaria, heredada en gran parte de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, sino
que va a ampliar su negocio con los pisos de otros particulares que confíen en
sus servicios inmobiliarios. Y la base va a ser Solvia, la plataforma
inmobiliaria que no quiso sacar a bolsa ni compartir con otros accionistas,
como hicieron Santander con Altamira o el Popular con Aliseda.
La estrategia de Sabadell pasa por convertir
a Solvia en un franquiciador y crear una red de franquiciados en todo el territorio
nacional, comenzando por las zonas de mayor demanda inmobiliaria; sean o no
Apis, tengan o no experiencia en
inmobiliaria. Deberán disponer, eso sí, de dinero para la franquicia y de un
perfil de joven emprendedor.
El modelo a seguir puede resultar
parecido al desarrollado por otras redes de franquicias inmobiliarias como Best
House, Look& Find o Redpiso. Incluso el banco piensa en disponer de una red
de oficinas propias Solvia, desde las
que competir en el mercado inmobiliario. De momento tiene ya dos abiertas, una
en Alicante y otra en Sevilla, pero pretende terminar el año con 12 oficinas
propias a las que se sumarán 24 franquiciadas.
El negocio parece redondo, me cuelo en el
sector, dispongo de cartera a buen precio, tengo la llave de las hipotecas,
vendo seguros y cobro por franquiciar… pero puede resultar una pesadilla para muchos
profesionales ya establecidos que no contaban con esta competencia. Otra cosa
es que resulte ético ejercer, con todas las bazas en la mano, en una verdadera
posición abusiva.
Que el modelo lo seguirá el resto de
las entidades financieras parece algo obvio, sobre todo si la percepción
generalizada es que detrás del crecimiento del sector hay dinero y negocio. El modelo que pueden aportar a los
franquiciados, tanto Solvia como el resto de bancos si entran en el negocio, es
el de una oficina inmobiliaria de alta gama, con acceso no sólo a la cartera de
Solvia, sino también a la de Sareb y a los particulares que vendan o compren en
su área de influencia. Pero además dispondrán de la posibilidad de contar con
potentes herramientas de gestión, inversión publicitaria, tanto en medios como
digital, compartida con la entidad, acceso privilegiado a los servicios financieros del banco, a los
seguros…
Sucedió antes de la crisis financiera, con la apertura de miles de
agencias inmobiliarias, franquiciadas o no, con profesionales experimentado o
no. No se sabe ciencia cierta cuántas agencias
inmobiliarias llegó a haber en España antes de la crisis…¿50.000, 60.000, tal vez
70.000? Hablando, claro está, de negocios con puerta, ventanas y dirección
conocida, porque francotiradores los hubo a decenas de miles.
A todos ellos les afectó la crisis; unos
sobrevivieron con profesionalidad y fe, otros cerraron, otros se sumergieron
hasta que llegaran tiempos mejores…se calcula que las oficinas inmobiliarias se
redujeron a una cuarta parte dejando a miles de personas sin empleo y sin
posibilidad de seguir en el sector. En ciudades medianas como Santander, Gijón
o Tarragona la escabechina se llevó por delante las siete octavas partes de sus
efectivos.
Pero a partir del 2014, siete años después del
estallido de la burbuja, comenzó la recuperación. Y los más osados, visionarios
o necesitados, emprendedores todos, se lanzaron de nuevo a montar su negocio de
intermediación inmobiliaria. Muchos de ellos bajo el paraguas de un sector
franquiciador, que se frotaba las manos por la vuelta del negocio.
Una gran parte de los que están llegando de nuevo al
sector inmobiliario, al albur de la recuperación, no quieren ya, como en la
anterior ocasión, hacer dinero fácil. Son personas con cierta preparación y
edad, que se han quedado desgajadas del mercado laboral por la profunda crisis
que vivimos. Con algo de capital y mucha ilusión y necesidad a partes iguales,
buscan su oportunidad para volver a ser personas útiles. Algunos lobos
solitarios confiarán sólo en su capacidad y otros se pondrán al amparo de
alguna de las franquicias que tanto abundan.
Pero entra un nuevo actor en el mercado a competir y después de Sabadell, los bancos se lanzarán de cabeza al negocio de
la intermediación inmobiliaria y lo harán aprovechándose no sólo de sus
particulares facilidades, sino también de la falta de regulación que padece este
sector, excesivamente liberalizado, con mucho intrusismo y sin la fuerza
corporativa que un colegio profesional obligatorio o una implantada
organización de las empresas del sector debiera aportar.
Para qué hablar de la necesaria regulación del sector
bancario en todas las actividades que tengan que ver con el sector
inmobiliario. Sus tejemenejes financieros nos costaron un rescate que pagamos
entre todos y lo seguiremos haciendo durante años. Pero ellos y sus actividades
son intocables para los políticos que padecemos.
Eduardo Lizarraga/Periodista
http://eduardolizarragad.blogspot.com.es/