miércoles, 19 de octubre de 2016

Sabadell se lanza a competir con las agencias inmobiliarias




Con el mismo sentimiento que tiene el que pone un circo y le crecen los enanos, deben andar los agentes inmobiliarios después de enterarse que el Banco de Sabadell ha decidido lanzarse a la palestra de la intermediación inmobiliaria y hacerles la competencia. Y es que el banco que preside Josep Oliu, tras observar que el mercado inmobiliario está mejorando y que abundan las operaciones entre particulares, ha anunciado que ofrecerá sus servicios no sólo a los particulares que quieran comprar sus viviendas, sino también venderlas. Y para ello va a reestructurar su red comercial en todo el territorio nacional. Lo dicho, lo de los enanos.

Sabadell no sólo quiere sacar partido a su amplia cartera inmobiliaria, heredada en gran parte  de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, sino que va a ampliar su negocio con los pisos de otros particulares que confíen en sus servicios inmobiliarios. Y la base va a ser Solvia, la plataforma inmobiliaria que no quiso sacar a bolsa ni compartir con otros accionistas, como hicieron Santander con Altamira o el Popular con Aliseda.

La estrategia de Sabadell pasa por convertir a Solvia en un franquiciador y crear una red de franquiciados en todo el territorio nacional, comenzando por las zonas de mayor demanda inmobiliaria; sean o no Apis,  tengan o no experiencia en inmobiliaria. Deberán disponer, eso sí, de dinero para la franquicia y de un perfil de joven emprendedor.

El modelo a seguir puede resultar parecido al desarrollado por otras redes de franquicias inmobiliarias como Best House, Look& Find o Redpiso. Incluso el banco piensa en disponer de una red de  oficinas propias Solvia, desde las que competir en el mercado inmobiliario. De momento tiene ya dos abiertas, una en Alicante y otra en Sevilla, pero pretende terminar el año con 12 oficinas propias a las que se sumarán 24 franquiciadas.  

El negocio parece redondo, me cuelo en el sector, dispongo de cartera a buen precio, tengo la llave de las hipotecas, vendo seguros y cobro por franquiciar…   pero puede resultar una pesadilla para muchos profesionales ya establecidos que no contaban con esta competencia. Otra cosa es que resulte ético ejercer, con todas las bazas en la mano, en una verdadera posición abusiva.

Que el modelo lo seguirá el resto de las entidades financieras parece algo obvio, sobre todo si la percepción generalizada es que detrás del crecimiento del sector hay dinero y negocio.  El modelo que pueden aportar a los franquiciados, tanto Solvia como el resto de bancos si entran en el negocio, es el de una oficina inmobiliaria de alta gama, con acceso no sólo a la cartera de Solvia, sino también a la de Sareb y a los particulares que vendan o compren en su área de influencia. Pero además dispondrán de la posibilidad de contar con potentes herramientas de gestión, inversión publicitaria, tanto en medios como digital, compartida con la entidad, acceso privilegiado  a los servicios financieros del banco, a los seguros…

Sucedió antes de la crisis financiera, con la apertura de miles de agencias inmobiliarias, franquiciadas o no, con profesionales experimentado o no. No se sabe ciencia cierta cuántas agencias inmobiliarias llegó a haber en España antes de la crisis…¿50.000, 60.000, tal vez 70.000? Hablando, claro está, de negocios con puerta, ventanas y dirección conocida, porque francotiradores los hubo a decenas de miles.

 A todos ellos les afectó la crisis; unos sobrevivieron con profesionalidad y fe, otros cerraron, otros se sumergieron hasta que llegaran tiempos mejores…se calcula que las oficinas inmobiliarias se redujeron a una cuarta parte dejando a miles de personas sin empleo y sin posibilidad de seguir en el sector. En ciudades medianas como Santander, Gijón o Tarragona la escabechina se llevó por delante las siete octavas partes de sus efectivos.

Pero a partir del 2014, siete años después del estallido de la burbuja, comenzó la recuperación. Y los más osados, visionarios o necesitados, emprendedores todos, se lanzaron de nuevo a montar su negocio de intermediación inmobiliaria. Muchos de ellos bajo el paraguas de un sector franquiciador, que se frotaba las manos por la vuelta del negocio.

Una gran parte de los que están llegando de nuevo al sector inmobiliario, al albur de la recuperación, no quieren ya, como en la anterior ocasión, hacer dinero fácil. Son personas con cierta preparación y edad, que se han quedado desgajadas del mercado laboral por la profunda crisis que vivimos. Con algo de capital y mucha ilusión y necesidad a partes iguales, buscan su oportunidad para volver a ser personas útiles. Algunos lobos solitarios confiarán sólo en su capacidad y otros se pondrán al amparo de alguna de las franquicias que tanto abundan.

Pero entra un nuevo actor en el mercado  a competir y después de Sabadell,  los bancos se lanzarán de cabeza al negocio de la intermediación inmobiliaria y lo harán aprovechándose no sólo de sus particulares facilidades, sino también de la falta de regulación que padece este sector, excesivamente liberalizado, con mucho intrusismo y sin la fuerza corporativa que un colegio profesional obligatorio o una implantada organización de las empresas del sector debiera aportar.

Para qué hablar de la necesaria regulación del sector bancario en todas las actividades que tengan que ver con el sector inmobiliario. Sus tejemenejes financieros nos costaron un rescate que pagamos entre todos y lo seguiremos haciendo durante años. Pero ellos y sus actividades son intocables para los políticos que padecemos.


Eduardo Lizarraga/Periodista

http://eduardolizarragad.blogspot.com.es/