Al feliz matrimonio PP/PSOE le ha llegado la crisis. Y no
porque estén peleándose entre ellos, que se quieren y necesitan más que nunca,
sino porque la falta de recursos ideológicos y económicos, les está dejando las
vergüenzas al aire y pueden terminar desahuciados de la que ha sido su vivienda
durante casi cuarenta años. Algo que por otro lado le está pasando a muchos
españoles, sin que la parejita política haya hecho nada por evitarlo.
Y el problema les llega porque de este matrimonio de
conveniencia, gobernante en España desde la década de los 80, y afectado por una
situación económica y social que está mostrando la decrepitud moral de la clase
gobernante, ha nacido un hijo que amenaza su subsistencia como sistema de
alternancia. No se puede entender de otra manera la irrupción de “Podemos” en
la vida política española. Es fruto de ese matrimonio y de que la crisis
económica la están haciendo pagar de forma sangrienta a la inmensa mayoría del
pueblo español. Dejando indemnes, eso sí, a la clase política, banqueros, ricos
y grandes corporaciones.
Conscientes todos los beneficiados por el sistema alternativo,
de que el mismo puede estar llegando a su fin, han salido a la palestra a
defender lo que creen suyo. Y se nota. Tanto en los medios de comunicación
“públicos” como en los pseudopúblicos y en las redes sociales, el ataque a “Podemos”
es invasivo y continuo, aunque muy poco eficaz, diríase casi que consigue el
efecto contrario. Los periodistas asalariados del sistema, los adjudicatarios
de pesebres públicos, los que tienen su trabajo dependiente de los partidos
políticos, los sindicatos, las organizaciones empresariales…todos los que de
una manera u otra están enchufados a la teta pública, obedientes e interesados,
han respondido al toque de rebato y han salido a defender a sus amos y a su
pitanza.
Pero no es nada fácil darle la vuelta a una situación de
años, que cada día se vuelve más indefendible. Por un lado el PP, asolado por
casos de corrupción casi diarios y que no perdonan ni a su Comité Ejecutivo. Con
Mariano Rajoy achicando los escándalos a cubos y con vías de agua cada vez más
grandes, que están hundiendo su poder en Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y
Diputaciones, base de la victoria o la derrota en la próximas generales. Y ya
piensa hasta en inaceptables retrasos de la convocatoria electoral para
subvertir la situación…todo con la idea de que se afiance una recuperación
económica que sólo se percibe en Génova 13 y que es un sarcasmo para la gran
mayoría de los españoles.
Y por el otro un PSOE desconcertado, que pensando en la “santa
alternancia”, creía, como derecho inalienable, que ahora le tocaba a él asumir
la presidencia de esta empresa que es España y colocar a los suyos en los
mejores puestos, para que medraran durante unos años. Y no es que no tenga
también casos de corrupción, que los tiene, sobre todo en aquellos lugares que
como Andalucía están bajo su control desde hace demasiados años. Lo que sucede
es que además, carece de la necesaria credibilidad para enfrentarse a la
ingente tarea de darle la vuelta a todo el entramado neoliberal y de
privatizaciones, recortes y
desmantelamientos que ha realizado el PP durante estos largos tres años. Y
carece de credibilidad, porque en la
gran mayoría de los casos ha sido el cómplice necesario.
Y el problema de estos dos partidos se acrecienta cuando la
opinión pública percibe que dentro de sus cuadras –sí, sí, he dicho cuadras que
no cuadros- existe una gran carencia, al menos en apariencia, de políticos
honestos y que puedan representar al pueblo luchando contra las injusticias
sociales y olvidándose de sus bolsillos. El saliente presidente de Uruguay,
José Múgica, es un ejemplo de político honesto que no se ha enriquecido con su
cargo. Y es ejemplo, por lo extraño que resulta en comparación con lo que
sucede en nuestro país, donde los pocos políticos encarcelados saben, que
cuando salgan, tendrán a su disposición el dinero robado y convenientemente
oculto.
.
Y son los correligionarios de estos políticos, carentes de
ética y moral, los que se asoman diariamente a los medios, para gritar contra
los nuevos candidatos del pueblo que amenazan sus poltronas y prebendas.
Políticos nuevos, que dan esperanzas nuevas a un pueblo oprimido por una
situación económica gestionada de forma nefasta, con escándalos de corrupción a
diario y una casta gobernante que no quiere perder sus privilegios.
Para el Partido Popular, la situación es dantesca, con
imputados en cualquier región o ayuntamiento de España. La documentación
judicial de los casos Gürtel, Bárcenas, Brugal, Palma Arena, Fabra, Caja Madrid/Bankia,
Púnica, está repleta de pruebas de la situación a la que se ha llegado. Y las
disculpas de Mariano no sirven de gran cosa para una ciudadanía harta de
recortes y de ver cómo el necesario y escaso dinero público es saqueado por
unos delincuentes electos y sus cómplices. Y no sirven, porque detrás de las
disculpas no hay exigencia de responsabilidades políticas a los implicados, que
son muchos, y lo único que se extiende a todo lo largo y ancho del PP es la
invocación –como si fuera un dios- a la presunción de inocencia. Ni responsabilidades
políticas ni actuaciones enérgicas…jajaja Rajoy actuaciones enérgicas…jajaja.
La corrupción en el PP, como se está demostrando a diario,
no es un caso aislado, sino un fenómeno bastante generalizado que se ha
extendido desde la sede central del PP, en Génova 13, a muchos de sus
gobiernos, ayuntamientos o diputaciones. Y la corrupción que se va conociendo,
puede terminar por alcanzar a los grandes “intocables” del partido: Rajoy y
Aznar. La necesaria némesis les va a llegar por el voto de los electores y a
ella debiera suceder una catarsis que limpiara el Partido Popular de todos los
políticos que, de una manera u otra, han metido la manos en la caja pública,
que es de todos y que son muchos.
El problema radica en que los partidos políticos, sobre todo
PP y PSOE, han convertido la corrupción en un sistema de enriquecimiento sustentado
en tres grandes pilares: el corruptor, el corrupto y el que mueve y esconde el
dinero. Es decir, políticos, empresarios y expertos financieros. Y si aún se
persigue y castiga poco a los políticos, los empresarios y las entidades financieras
siempre quedan apartados, como si no fueran parte del sistema corrupto que está
minando, tanto la economía del país, como sus convicciones democráticas. Y
ninguno de los dos grandes partidos parece estar dispuesto a hacer lo necesario
para acabar con el problema de corrupción generalizada, un mecanismo que les
permite disponer del suficiente dinero para pagar a sus fieles y quedarse con
algo para su peculio…o tal vez sea al revés.
El caso es que la lucha contra la corrupción debe
sustentarse en un cierto cambio legislativo, pero también necesita, como Jueces
para la Democracia ha denunciado recientemente, un importante aumento de
personal y equipamiento informático acorde con los delitos y los medios
empleados. Y parece que esto no interesa a los dos grandes partidos empeñados
ahora en pactos vacíos, tanto de alcance como contenido.
Para qué hablar de la lentitud y politización de la Justicia
en España, que convierten en una chanza la separación de poderes y a la
impunidad como la única realidad visible para este pueblo español, que éste año
pasa a ser electorado.
Así están las cosas en España, cuando como producto de todo
ello surge la opción de “Podemos”. Y no es sólo por la asociación antinatural
de ese matrimonio bien avenido PP/PSOE, ni por el interesante aderezo de los
escándalos de corrupción existentes, que también, sino porque el electorado ha
cambiado.
Hemos pasado de una juventud despolitizada en los años 90,
hastiada de la intensa vida política que siguió a la muerte de Franco –lo de
cambio de régimen me parece un chiste de mal gusto-, a la que se llegó a acusar
de apolítica, despreocupada, indolente…y un largo etcétera, y a la que tan sólo
le preocupaba el apartamento de la playa, el cochecito y la vida burguesa, a
todo lo contrario. Una
juventud que se mueve en unos parámetros muy diferentes a la juventud que
conocíamos, con entornos de solidaridad y de trabajo en común; con una
preparación técnica y cultural muy superior, y para la que el régimen
asambleario y la democracia interna son necesidades ineludibles.
Esta
nueva juventud desprecia a los partidos políticos tradicionales, como hacían
los jóvenes de la década de los 90 con el PSOE o el PP, pero al contrario de aquellos
no pasa de la política sino que intenta modificarla. Y no la quiere cambiar con
una revolución en las calles –nuestra vieja revolución pendiente desde el
XVIII-, sino que está dispuesta a llevarla adelante, desbancando a los actuales políticos de las
instituciones, vía las urnas. Distinta, sí, pero también puede ser una
revolución con consecuencias impredecibles y de largo alcance.
Y con
ésta juventud, con los hastiados de la política española, los represaliados
sociales por una u otra causa, los afines a una izquierda que no encuentran ni en
el PSOE ni en IU, con las clases medias que
votaron PP y los han hundido en la miseria…en suma, con un amplio espectro
social que tiene en común que no abreva de los pesebres políticos y que quiere
cambios; con todos ellos ha conectado “Podemos”. Que además trae formas nuevas
de hacer política, como es el control mediático a través de las redes sociales,
el voto directo de las personas para elegir a sus representantes y una manera
de decir la realidad que llega diáfana al electorado, entre muchas otras.
Por el lado
contrario encontramos a un PP asustado, maestro del regate casposo en corto, con
expresiones como la Ley de Seguridad
Ciudadana, que no le va a traer más que disgustos, anonadado todos los días por
un nuevo caso de corrupción entre sus filas. Y un PSOE horrorizado de quedar
relegado a tercera fuerza política y perder muchos de sus tradicionales
pesebres, con el “efecto Sánchez” a la cabeza. Un PSOE que no consigue despegar a pesar de estar
copiando algunas de las formas exitosas de “Podemos”, con convocatorias virales
a través de las redes. Y que niega de forma sistemática cualquier posible pacto de gobierno con el Partido Popular,
además de caer en el error de acusar a “Podemos” de populismo, término ya tan
manido que está dejando de tener un sentido peyorativo.
Pero no
hay que perder la perspectiva de que los verdaderos enemigos de la democracia
en España no son estos dos partidos políticos, manchado de corrupción y
manipulados, sino los que les controlan. Las élites extractivas, que no se
presentan a las elecciones, pero que ponen a sus peones en los carteles
electorales, para que lleven adelante los programas ocultos que les interesan.
Son las compañías energéticas, las entidades financieras, las tecnológicas…multinacionales
todas, que han convertido a nuestro país
en su cortijo particular, del que extraen recursos y mano de obra barata,
imprescindibles ambos, junto con una legislatura apropiada, para lograr el
control del país y unos beneficios empresariales y personales nunca vistos. Y
van a ser duros de pelar, no creo que dejen perder su predio fácilmente.
Espero
de “Podemos” muchas cosas, y no sólo una nueva forma de hacer política en
España, sino un auténtico lavado en profundidad –más que a Mr. Propper
utilizaría un cepillo de carpintero- que cambie la actual sociedad que
conocemos por otra en la que el poder resida de verdad en el pueblo y el
neoliberalismo cambie por un estado social. Y para eso le van a bastar dos
legislaturas tan sólo. Bien aprovechadas, eso sí, porque la tarea de desmontar
el marco legislativo liberal que el tándem PP/PSOE ha llevado adelante se va a
comer la primera de ellas. Y a partir de ahí hay que derribar tabúes y abordar la reforma de la Constitución, de la
Ley Electoral, la no injerencia del
poder político en la Judicatura y la financiación de los partidos. ¡Casi nada!
Eduardo
Lizarraga
Periodista
Manzanares
el Real