lunes, 28 de octubre de 2013

Rajoy busca un país de esclavos sumisos


A menos de un mes de que el Gobierno del Partido Popular cumpla  la mitad de su legislatura, de esa para la que dice que está legitimado por el pueblo español, todas las previsiones  de cómo iba a actuar la derecha española si alcanzaba el poder, se han quedado cortas. La voladura, controlada y muy bien diseñada, del pequeño estado de bienestar del que disfrutábamos en España es un hecho incontestable;  la Sanidad, las pensiones, la educación, los sueldos, los servicios sociales…todo se ha ido en beneficio de unos pocos, y casi con seguridad, para no volver.

Si a ello le sumamos las leyes que está cocinando Gallardón en su ministerio, al objeto de  controlar mejor al pueblo, las prebendas a bancos y grandes empresas, los indultos otorgados graciosamente por el Gobierno del PP, los beneficios a la Iglesia, el nuevo marco en contra de las mujeres y un largo etcétera que día a día sufrimos, pero que sería muy prolijo enumerar, nos colocamos en una situación en la que los vulnerados por el PP son legión y aumentan a cada movimiento del ínclito Rajoy.

Y no sólo es la clase más desfavorecida la que está siendo perjudicada con el gobierno del PP; los pequeños y medianos empresarios, los autónomos, los propietarios de fincas e inmuebles y los funcionarios son ya, aunque muchos aún no lo sepan, los mayores perjudicados por una forma de hacer política a la que votaron de forma masiva. Engañados, ¡sí!,  pero otorgaron la suficiente “legitimidad” a este gobierno, para que ahora pueda abrasarles. Un gobierno, que disminuyendo el importe de las pensiones y los sueldos, causando la baja del valor del inmobiliario, haciendo la vista gorda a los aumentos desenfrenados de la luz y el gas y manteniendo íntegra la deuda de los ciudadanos con los bancos, está consiguiendo convertir a España en un país de personas esclavizadas para siempre por unas deudas inasumibles. Como en la Edad Media, pero durmiendo en casa.

Ante esta situación política y económica, el pueblo español vuelve a demostrar que es diferente, y dando la razón a nuestra historia, volvemos a gritar ¡Vivan las cadenas! Así, en lugar de salir a la calle a exigir nuestros derechos y acabar con los que nos están robando el presente, y lo que es más importante, el futuro de nuestros hijos, nos metemos en casa, refugiándonos bajo la mesa camilla para aguantar el chaparrón de forma sumisa. Todo ello mientras nos quede casa en la que refugiarnos, porque la crisis económica que comenzó azotando y desahuciando a inmigrantes y obreros –que aunque muchos de ellos no lo sepan, todavía existen en España- ha llegado ya a las clases medias más acomodadas y está causando verdaderos estragos.

Desde que comenzara la crisis, las familias de rentas más altas han podido resistir los malos resultados empresariales y la pérdida de empleo de uno o más miembros de la familia durante algún tiempo, gracias a su solvencia económica o a la venta de propiedades. Pero la duración y la profundidad de la mala situación, están acabando por agotar sus recursos.

Como si de la peste negra que azotó Europa en el siglo XIV se tratara, la insolvencia ha ido llegando a todos los estamentos sociales. En sus comienzos alcanzó a los inmigrantes, que fueron los que primero perdieron su empleo, y además, al avalarse unos a otros, el contagio fue rápido y los desahucios llegaron encadenados, como la caída de las fichas del dominó.

A continuación les llegó el turno a las jóvenes parejas de nacionalidad española, que se habían metido en la adquisición de una vivienda y que con uno o más niños pequeños vieron  como el paro atenazaba a uno o a los dos miembros de la familia. Tiraron de lo que pudieron: subsidios, tarjetas de crédito, amigos, familiares…al final agotaron la capacidad de generar recursos y se encontraron desahuciados, en la calle o volviendo a vivir con padres o familiares.

Pero no quedó ahí la cosa ya que en muchos casos estos padres o familiares les habían avalado la vivienda y las ejecuciones hipotecarias se cebaron en sus propiedades o pensiones.  Nuevos problemas para una clase ya inmersa en la crisis y que ha desintegrado numerosos núcleos familiares.

Pero la crisis ha seguido su senda de destrucción y ya afecta a  familias de rentas altas, propietarias de empresas,  propietarias de inmuebles y viviendas,  que no pueden aguantar más. Votaron al gobierno de Rajoy, el del empleo, las pensiones, la ley, el orden, la educación…todo lo que siempre ha esgrimido en sus idearios la clase acomodada, y se encuentran peor que con los socialistas. Y ya no sirve seguir echándoles la culpa.

Durante los primeros años, y aprovechando el colchón económico que los años de bonanza les habían proporcionado, capearon el temporal pensando que no duraría mucho, que los problemas se cebarían en los de siempre, que para eso están, y  que en breve llegaría la calma. Atrincherados en sus casas del barrio de Salamanca o en sus chalets de Pozuelo, parecían capaces de poder aguantar todo lo que viniera. Utilizaron  bienes personales para financiar sus empresas, porque creían en el futuro y en su proyecto vital. Hipotecaron y avalaron operaciones de refinanciación con su vivienda, además de pedir dinero prestado a amigos y familiares. Tenían como objetivo sacar su empresa de lo que pensaban un bache profundo pero pasajero, y para ello cualquier financiación les valía, aún las más caras. Pero ahora la persistencia de la crisis y  la caída del consumo se han llevado su negocio por delante  y con él su vivienda, que debido a la devaluación del inmobiliario ya no es capaz de aguantar tanta hipoteca. Ahora  les ha llegado el momento de enfrentarse a un proceso de penurias para el que no están preparados, para el que no les quedan fuerzas y que además no entienden. Ello sin contar con que no encuentran tampoco ningún empleo en el maltrecho por no decir inexistente mercado laboral español. Es la crisis vergonzante. Es la deuda que les esclaviza también.

Quedan ya sólo dos años para las próximas elecciones legislativas y ni al Gobierno del PP ni al PSOE les interesa ningún adelanto electoral. Al primero, porque tiene que empezar a vendernos su incipiente recuperación económica echando todo tipo de campanas al vuelo, y al segundo, porque tiene tales expectativas  electorales que mejor seguir esperando, por si llega algún milagro que supere al de Bárcenas.

Pero para que el PP nos consiga vender sus “brotes verdes”, y sus votantes perciban algo de felicidad en medio de la esclavitud, hacen falta  tiempo y que el paro comience a descender sin trampas. Que eliminar a parados de las listas o seguir aumentando el empleo con los precarios contratos que defiende y practica la CEOE, no van a ayudar en nada ni a la economía nacional ni a su electorado. Tiene que bajar el paro, con empleo estable, en más de un millón de personas para que la economía de las familias, esa que preocupaba al PP en la época de Zapatero, comience a mejorar. Y si la economía de las familias mejora, también lo hará el consumo y con él las medianas y pequeñas empresas de los electores populares.  ¿Sucederá esto en los dos años que quedan de legislatura? Yo creo que no.

Por si fuera poco para este desbarajuste reinante en las bases votantes peperas, llega la Unión Europea y les echa abajo la doctrina Parot, en la que tanto hincapié habían hecho y merced a la cual tantos votos habían cosechado. Todos podemos recordar a Rajoy encabezando las manifestaciones e increpando al Gobierno socialista por sus negociaciones con ETA; ahora las tornas han cambiado, ya no está en las manifestaciones, y esos mismos que le jaleaban y le dieron sus votos, le acusan de traidor. Todo se le está torciendo al PP, y parece que no va a ser suficiente con que algunos de sus más señalados próceres asistan a la manifestación de la AVT, para que no se les inculpe de la situación y se les exijan medidas. Medidas poco factibles ya que significarían no aceptar las doctrinas del Tribunal de Derechos Humanos con todo lo que ello implica. Y es que si estamos en Europa estamos para todo y no ”a la carta”.

La AVT está mordiendo la mano que otrora le dio de comer, arrinconando al PP con argumentos tan poco democráticos, como acusar de ser cómplices de los etarras a aquellos que asuman la decisión del Tribunal de Estrasburgo, o que tan sólo se puede estar con las víctimas o con los etarras. Las víctimas de unos asesinos son siempre respetables y su voz debe ser escuchada y tenida en cuenta, pero de ahí a que puedan dirigir la política judicial y legislativa de un país hay un abismo. Sobre todo cuando se entiende que las asociaciones de víctimas del terrorismo son sólo eso, asociaciones de matiz político y que no agrupan, ni mucho menos, a todos los afectados.

Y mientras todo esto sucede con el PP, el PSOE de Rubalcaba continúa con su encefalograma plano, en una carrera cuesta abajo desesperante y que está teniendo ya consecuencias fatales para el país. Por el bien de todos, por responsabilidad democrática y urgencia nacional, deben dar paso a ese líder sólido que todos, hasta el PP, necesitamos. ¿O es que no existe en la izquierda?

 

 

Eduardo Lizarraga

Manzanares el Real, octubre de 2013-10-28