martes, 23 de agosto de 2011

Un agosto tórrido y movidito


Este mes de agosto de 2011 está siendo muy diferente, en el terreno político me refiero, a todos los años anteriores. No hay vacaciones políticas en el sentido estricto, y los líderes de los distintos partidos “interrumpen” sus periodos de descanso para irrumpir en el ruedo político con absoluta asiduidad. Signo inequívoco del mes de septiembre que nos aguarda.

Y varias son las razones de la singularidad de este agosto tórrido y movidito. Por un lado, claro está, la crisis económica en la que estamos inmersos, que lejos de irse despejando, nos sacude día a día con nuevos sobresaltos, lo que indica que aún nos queda mucho por sufrir. Y por el otro lado todo el resto de “la movida”; es decir, los últimos meses de presidencia de Zapatero, con sus intentos de enderezar en lo posible la situación; las apariciones del candidato Rubalcaba, que pretende a su vez convencernos de lo bien que lo puede llegar a hacer, si le damos la oportunidad para ello; y los sobresaltos alarmistas de toda la plana mayor del PP, desde Andalucía a Castilla la Mancha o Aragón, pasando siempre por Génova, vestidos de verano, pero ya con el tono de campaña electoral.

Menos mal que ya han eliminado el soniquete de adelanto electoral y comienzan a mostrar “la patita” en lo que va a ser su campaña de elecciones generales. Y aunque ya no venga casi a cuento , sigo sin entender el porqué de sus prisas; y es que su eterno argumento de que miran por el bien de España me hace sonreír de medio lado. No son estos, los hombres del PP, ni tampoco los del PSOE, más que políticos que miran por su interés, y por el del partido del que cobran, por un plazo de cuatro años, no son estadistas que miren por el beneficio de una generación. En este orden de cosas se avecinan muy malos tiempos –creo que peores que los ya pasados- para los trabajadores y parados de este país, y por consiguiente para el partido que esté en el Gobierno. Yo hubiera dejado que, aunque fuera por vergüenza torera, Zapatero hubiera dejado hechos o encauzados algunos de los deberes que al parecer hay que hacer. Y me gustaría no tener que cargar en mi currículo con el recorte de derechos sociales y laborales que se avecina. Pero las cosas están así y así hay que tomarlas.

Me encantaría saber, como a todo el resto de españoles, cual es el programa económico y social del Partido Popular para la próxima legislatura. Es decir, cuál va a ser la reforma laboral, la sanitaria y la impositiva, cuáles los recortes a los funcionarios y los recortes de derechos laborales a los trabajadores, las prebendas a las grandes empresas y a las pequeñas, las privatizaciones de servicios y empresas públicas, las subidas de impuestos… en fin, todo ese conjunto de medidas que dicen que no van a hacer y de las que echarán la culpa al antecesor cuando las hagan. Son fáciles de adivinar sus pasos a partir del 2012, tan sólo hay que ver quiénes han sido sus firmes aliados en estos últimos tres años y a los que tendrá que devolver lo recibido. ¿Qué quiere la CEOE? ¿Qué quieren las grandes empresas?¿Y las grandes fortunas? ¿Qué desea la Iglesia? Todos se van a poner a la cola para cobrar y sino, al tiempo. Pero, ¿pondrán al país, y a ellos mismos, bajo las patas de los caballos para contentarlos?

Preveo un año 2012 muy complicado y frustrante, no sólo en la política, sino también para un elevado número de los trabajadores de este país, funcionarios o no, parados o no, jóvenes o no. Todos nosotros, y me incluyo entre los preocupados y posibles damnificados, vamos a ver recortados muchos de los derechos laborales y sociales conquistados a lo largo de casi un siglo. Y la gran pregunta es ¿cuál va a ser nuestra respuesta? ¿y la de los sindicatos comprados y amansados por el PSOE? Están estallando revueltas sociales en muchos países del mundo, algunos con una tradición de tranquilidad muy grande. Estaría bien que el Gobierno que venga tenga especial cuidado en que esto no suceda.

Los indignados del 15M van a crecer en número y sus acciones se van a multiplicar. Porque tienen razón en su principal planteamiento. Hay que cambiar un sistema viciado e ineficaz, que cada vez privilegia a un menor número de personas y perjudica a más. Ni el mercado ni el dinero pueden dejarse en manos privadas porque ya vemos lo que sucede. Si el sistema no cambia iremos abocados a otra crisis –parece que hay nuevos problemas económicos llamando a la puerta- de la que tal vez ya no podamos salir. Los Gobiernos occidentales deben hacerse con el control financiero de los mercados, no sólo para evitar los enriquecimientos de unos pocos, sino para impedir la miseria y el sufrimiento a millones de personas. Ya se que la música no gusta, y menos a estos liberales de viejo cuño que llegan, pero como dice el refrán “a la fuerza ahorcan”.

Y es que si no se toman las medidas adecuadas para impedir el caos económico y existencial a millones de españoles, los indignados pueden pasar primero a desesperados y luego a amotinados. Cierto es que ya el Partido Popular, a través de algunos de esos programas de falso debate político con los que se pretende presentar la realidad del país, y se confunde a las almas sencillas, ha lanzado la acusación de que “son las hordas de Rubalcaba las que ocuparon Sol y se lanzarán contra el gobierno del PP después de que el PSOE pierda las generales”. Pero esta no es la realidad, el descontento social crece y hay que tener claro que no es contra la democracia, sino contra la caterva de políticos mediocres, de uno u otro signo, que se creen de una casta especial, tanto por sus prebendas, como por sus sueldos, y que envueltos en su particular burbuja de yupie, han llevado al país al borde del abismo.

Hay que cambiar el sistema y tan sólo una nueva clase de políticos y un gran pacto entre los partidos, con un gobierno de concentración, podrá hacerlo y salvar así la situación. Porque en caso contrario volveremos a la misma tesitura, a echar la culpa al que estuvo antes –parece que esa será la “gran estrategia del PP” y a no hacer nada porque el que está enfrente no dejará hacerlo, no sea que salga bien. Y estoy apuntando ahora al PSOE, que se ha quejado amargamente de que el PP no le ha ayudado en ningún momento, por miseria política, a capear la gran crisis en la que estamos inmersos. ¿Hará lo contrario el PSOE de lo que acusa al PP y será un firme aliado cuando le necesite el Gobierno? Creo que no; que su miseria será la misma de la que ha hecho gala el PP durante estos últimos tres años y que hará todo lo posible para conseguir que la situación vaya mal al partido gobernante, no importándole un ardite lo que suceda con el país y sus ciudadanos.

Lo dicho, o hacemos un gran esfuerzo común para cambiar el sistema, o seguiremos inmersos en la misma inmundicia, y cuando la situación es mala todo tiende a peor.

EDUARDO LIZARRAGA

AGOSTO 2011

Perlas vaticanas


No he estado siguiendo la visita del obispo de Roma a nuestro país en modo alguno, para ser exacto lo único que me ha preocupado, y por tanto a lo que he prestado atención, ha sido el modo en que sus actividades podían interferir en las mías, lo que ha sido unas cuantas veces para mi disgusto, y sin embargo, ha sido tanta la cobertura mediática que a esta visita le han prestado muchas cadenas de TV, que algunas de sus frases e ideas han llegado hasta mi. En concreto dos de ellas no han dejado de preocuparme, porque si el representante máximo de varios centenares de millones de católicos es capaz de esgrimir tales barbaridades en público, es porque no sólo muchos políticos, sino también la Iglesia, han perdido definitivamente el pudor.
Me sorprendía la primera de sus frases cuando en un telediario, de no se qué cadena, el Jefe del Estado Vaticano decía al nuestro, es decir a Juan Carlos, que “el cristianismo está siendo rechazado en el mundo”. Y lo decía sin ningún rubor y con todo el aplomo de que es capaz. Y creo que este buen hombre, porque estimo que debe serlo, anda un poco equivocado. No es el cristianismo al que se rechaza, yo me considero cristiano y a lo único que rechazo es a una Iglesia que ha perdido sus valores, sus ideales y cuyo único objetivo en el mundo es continuar manteniendo su poder; eso sí, en medio de unos lujos tan desorbitados y con un boato que ya no son de recibo.
No voy a entrar ni en el coste de la visita ni en los beneficios –todos los políticos, incluso los más católicos tan sólo han hablado de beneficios económicos para Madrid, ¿dónde queda la espiritualidad?-, pero con la historia de la Iglesia en la mente tengo obligación de hacerme una serie de reflexiones. El verdadero poder de la Iglesia comienza tras el Edicto de Milán, entre Constantino y Licinio, que garantizaba la libertad religiosa en todo el Imperio Romano; fue en el año 313 y desde ese instante la recién permitida Iglesia maniobró acertadamente para quedarse con la exclusiva religiosa del Imperio, medida que consiguió de Teodosio en el año 380. A partir de ese momento comienza la persecución del paganismo –vergonzoso cierre de la Academia de Atenas- y de cualquier otra religión que no sea la cristiana. Persecución que llenó de sangre y terror los siguientes 1500 años, convirtiendo a la Iglesia católica en un azote, sangriento e inculto, de pueblos, costumbres y religiones, compitiendo con las tiranías más sangrientas que hayamos conocido. Con la excusa de “Dios lo quiere” causó centenares de miles de muertos con las Cruzadas, a ellas siguieron la tortura y muerte de los cátaros, la persecución de los judíos, la quema de brujas y las guerras de Religión de los siglos XVI y XVII que causaron la decadencia y empobrecimiento de la España de la época. Todo esto por citar unos pequeños ejemplos, pero podría seguir hasta llenar más de un libro.

La Iglesia creció y se hizo fuerte durante sus primeros siglos estando del lado de los pobres, de los esclavos, de los desarraigados, ¿qué queda de aquel espíritu? Creo que nada, tan sólo es una empresa, tal vez la más antigua del mundo y la que tiene mayor número de clientes, con su política comercial, sus inversiones, sus directivos, su presidente, su Consejo de Dirección, sus sueldos y dietas, su escalafón, sus jefes de zona…Ya no está ni con los pobres, ni con los esclavos, ni con los que sufren, al menos la Iglesia Vaticana. No he visto ni una imagen de esta iglesia en Somalia, ni en la India, ni en Haití. ¿Para qué todo ese lujo, ese boato, ese derroche de medios? ¿Con cuantos millones del presupuesto que ha costado la visita del sucesor de San Pedro se podía haber solucionado la hambruna de Somalia?
No creo que nos apartemos del cristianismo, sino más bien es esa Iglesia la que se aparta de la realidad, y hace menos que algunas ONGs laicas por solucionar los problemas del mundo.
La segunda “frase del día” con la que me sorprendió el Jefe del Vaticano y me reforzó aún más en mis convicciones de que la Iglesia es ya tan sólo una empresa más o menos rentable, fue la escuchada el día antes de su marcha: “A Jesucristo sólo se puede llegar a través de la Iglesia Católica” Si Jesucristo es Dios está claro que la Iglesia Católica quiere tener la exclusiva de la salvación. No está mal, nada mal. Me quedo con la marca, los derechos de uso, le instalo el copyrigt y el que quiera salvarse me paga. Vamos, es que ni la SGAE que casi nos cobra por cantar en la ducha ¿Dónde quedan los seguidores de otras religiones, incluidas las cristianas? ¿Dónde quedan los hombres buenos que siguen unas correctas normas éticas y morales? Esto no lo dijo el Pontifex Maximus, o tal vez no se atrevió a decirlo, pero seguro que su director comercial ya tiene en mente decir, como argumento de venta, que el usuario de otras empresas de salvación se podrá quedar sin cobertura divina en cualquier momento.
Como a todas las empresas del mundo a la Iglesia Católica también le ha llegado la crisis; otras iglesias más pequeñas y activas, más cercanas a los pobres y desfavorecidos, le están dando sustanciosos bocados al negocio de la salvación; muchos de sus trabajadores se desligan de la misma, hartos de unos corsés estrechos y anticuados y abren su propia oficina, y sus clientes principales, ricos, cultos y occidentales, abandonan la empresa de sus padres y dedican sus superávits económicos a la financiación de ONGs en todos los rincones del mundo. Ante esta situación se produjo una pequeña discusión entre las dos tendencias mayoritarias, y aunque pareció que en un primer momento pudo triunfar la opción más aperturista, el cambio de propietario del anillo del pescador consiguió que el fundamentalismo más rancio y retrógrado se instalara definitivamente en la cúpula eclesiástica. Amparados por una organización algo siniestra, los partidarios de la tradición fundamentalista se centran, desde hace unas décadas, en afianzarse en los países más ricos pregonando las bondades de la familia y pasando el diezmo a sus acólitos, que pagan a gusto su plaza en el paraíso. Mientras tanto se abandona a su suerte a millones de personas que, originarios de muchos de los estados llamados fallidos, carecen de toda posibilidad económica y necesitan ser salvados del hambre sin poder pagar nada a cambio.
Así lo veo y así lo siento; y mucho tiene que cambiar esta “Iglesia Universal” para que yo pueda volver a creer en ella. Mientras esto sucede espero que el actual ocupante de la silla de San Pedro, y los que le sigan en el cargo, se fijen más para sus visitas en otros países y nos dejen un poco de tranquilidad en éste.

Eduardo Lizarraga
Agosto 2011