viernes, 15 de julio de 2016

Inflación en el sector inmobiliario

Corría el año 2007 y el sector inmobiliario estaba en plena burbuja; a su calor florecían agencias en cada esquina, compitiendo por captar al fácil comprador con escaparates llenos de ofertas. Además de la afluencia de clientes, propiciada por las facilidades crediticias y por la políticas de las diferentes administraciones, que querían compradores y no inquilinos,  porque producían más dinero para las arcas públicas, había llegado previamente una liberalización del sector algo discutible.

Y es que el Real Decreto-ley 4/2000, de 23 de junio, al que se añadió la Ley 10/2003, de 20 de mayo, contemplaron  la posibilidad de que la actividad de intermediación inmobiliaria pudiera ser ejercida no sólo por los agentes de la propiedad inmobiliaria, sino también por cualquier persona física o jurídica que no tendría la obligación de disponer de título alguno ni de pertenecer a ningún colegio profesional. La liberalización supuso una afluencia de personas poco cualificadas y “paracaidistas” que duraron lo que el dinero en el sector.

Un año después, en el 2008, los escaparates se enlutaban con descuentos y los cierres comenzaban a menudear.

No se sabe ciencia cierta cuántas agencias inmobiliarias llegó a haber en España antes de la crisis…¿50.000, 60.000, tal vez 70.000?. Hablando, claro está, de negocios con puerta, ventanas y dirección conocida, porque francotiradores los hubo a decenas de miles.

 A todos ellos les afectó la crisis; unos sobrevivieron con profesionalidad y fe, otros cerraron, otros se sumergieron hasta que llegaran tiempos mejores…se calcula que las oficinas inmobiliarias se redujeron a una cuarta parte dejando a miles de personas sin empleo y sin posibilidad de seguir en el sector. En ciudades medianas como Santander, Gijón o Tarragona la escabechina se llevó por delante las siete octavas partes de sus efectivos.

Pero a partir del 2014, siete años después del estallido de la burbuja, comenzó la recuperación. Y los más osados, visionarios o necesitados, emprendedores todos, se lanzaron de nuevo a montar su negocio de intermediación inmobiliaria. Muchos de ellos bajo el paraguas de un sector franquiciador, que se frotaba las manos por la vuelta del negocio.

Una gran parte de los que están llegando de nuevo al sector inmobiliario, al albur de la recuperación, no quieren ya, como en la anterior ocasión, hacer dinero fácil. Son personas con cierta preparación y edad, que se han quedado desgajadas del mercado laboral por la profunda crisis que vivimos. Con algo de capital y mucha ilusión y necesidad a partes iguales, buscan su oportunidad para volver a ser personas útiles. Algunos lobos solitarios confiarán sólo en su capacidad y otros se pondrán al amparo de alguna de las franquicias que tanto abundan.

Y tienen donde elegir. Hay en estos momentos en el mercado más de 30 posibilidades a su elección. Desde las más caras de poner en marcha, que van de los 60 mil a los 200 mil euros, como Remax, Coldwell Banker o Engels Volker, a las más baratas, online y sin necesidad de local, como Mercaservice, Unicasa Factory o RH Properties. En medio grandes nombres de las franquicias, como Best House, con un sistema para el franquiciado muy interesante, DonPiso, Look & Find o Century 21, entre muchas otras.

Ante esta abundancia de posibilidades, el futuro franquiciado debe estudiar con detenimiento lo que ofrecen, su coste e imagen en el mercado. Y es que hay algunas marcas, que se están labrando una falta de ética y profesionalidad entre sus posibles clientes que trasciende y echa para atrás, u otras que exigen un pago mensual, no sólo a los dueños de la oficina franquiciada, sino también a los comerciales que luchan bajo su bandera; todo muy americano y agresivo, pero que se compadece poco con nuestra idiosincrasia. Para qué hablar de las que exigen exclusiva con mandato de venta y de las que muchos propietarios de casas en venta huyen como de la peste.

Y es que a veces, o muy a menudo, parece que el negocio inmobiliario se traslada de la simple venta de casas y sus comisiones a la venta de franquicias. Cuántas más sean mejor, que hacen imagen, pagan royalties y no se arriesga nada, beneficios fiscales aparte...

El sector ha comenzado a recuperarse. Desde una caída media del 35% en el valor de la vivienda, el INE señala incrementos del 4%. Y con fuerza en la demanda. Pueden ser los efectos de una demanda embalsada a lo largo de estos años, que está creando unas falsas expectativas en el sector. El incremento de los precios sería un error que no podemos repetir. Por eso y ante el crecimiento incontrolado de las oficinas inmobiliarias, puede que sea bueno un poco de cordura y pararse a pensar si va a haber sector para todos, antes de lanzarse a inversiones que tal vez cueste recuperar.


Eduardo Lizarraga
Periodista

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