Entramos en una año electoral
decisivo para que el bipartidismo, que dicen fue necesario en su momento, ceda
el paso a otra situación política en la que los partidos dejen de gobernar a su
propia conveniencia y vuelva el pueblo a recoger el mandato que les cedió. Y esto
no va a resultar tarea fácil, porque no se van a dejar. Y no son sólo los
partidos PP/PSOE, los que se van a mostrar muy reticentes a cualquier cambio.
Es que también hay otros interesados, casi invisibles, que aunque no ocupan espacio en los
carteles electorales sí que se presentan a las elecciones, al menos para
ganarlas. Me refiero a los grandes poderes fácticos – no es broma, existen- que
están gobernando en éste país desde hace siglos. Ellos son los que controlan
los partidos y envían a sus marionetas a desarrollar el programa electoral que
necesitan. No pierden nunca porque
apuestan a la vez al rojo y al negro, aunque debiera decir azul. Y los partidos subastan los favores a recibir en una miserable acción oculta a los españoles.
Porque la realidad es que el
programa electoral con que los partidos concurren a las elecciones, y con el
que pretenden y consiguen convencer al electorado, es muy imaginativo, tiene
mucho de populista y poco, muy poco que ver con la desvergonzada realidad que
luego ejecutan. Y empleo bien el verbo porque el programa electoral del PP,
desarrollado por Mariano Rajoy y su "Muchachada Nui", ha significado una verdadera
ejecución de las esperanzas, expectativas y en muchos casos vidas, de muchos,
muchísimos españoles, les votaran o no. El
programa oculto del PP de Mariano, ha sido el programa de la banca, de las
grandes oligarquías financieras, de los entramados empresariales y de la
Iglesia. El programa con el que todos
ellos han conseguido enriquecerse aún más, y sumir en la pobreza y la
desesperación, cuando no en la enfermedad y la muerte, a millones de españoles.
Españoles que, crédulos e ingenuos, les votaron a tumba abierta… y no es
exageración que, con otra legislatura más del PP, el único negocio boyante iban
a ser las funerarias.
Aún recuerdo cuando Joan
Manuel Serrat, idealista entre todos los idealistas, denunció al PSOE por
incumplimiento de su programa electoral y estafa al electorado. El mismo PSOE
que ahora nos intenta convencer de su honestidad y bonhomía. No sirvió de nada,
salvo para que ya tuviéramos claro, para siempre, que el programa con el que concurren los partidos a las elecciones es un mero
reclamo publicitario para conseguir votos, ni es vinculante, ni se puede
considerar un contrato con el electorado. Además, aún no he visto a ningún
presidente de Gobierno, con la honestidad suficiente para dimitir y convocar
nuevas elecciones, si no puede llevar adelante el programa que prometió. Y esto
sucede porque los programas electorales son burdas mentiras que ocultan los
intereses que van a marcar los patronos.
Porque eso es lo que tenemos,
patronos y empleados. Patronos que pagan para obtener unos resultados y empleados que cobran
por los servicios prestados. Y no hay más que verlo en los dos grandes
partidos, PP y PSOE. La banca concede
préstamos, sin avales, a estos partidos políticos, préstamos que además luego
perdona. Está claro que es un dinero que conceden para que les ganen las elecciones, dinero que les reporta grandes
beneficios. Y además, proporcionan a los políticos “conseguidores”, estupendos
empleos para cuando dejen la política. Y esto lo hacen, bien lo sabemos, la
banca, las empresas de energía, las empresas sanitarias…todo son pagos por
trabajos realizados…con éxito.
Y así nos va al resto del
país, que pagamos esos sueldos de por vida a los políticos y además los
beneficios extras que reciben las empresas. Y tanto monta PP como PSOE, a la
hora de apuntarse a este desvergonzado plan de acción, con el que consiguen engrasar el partido, y hacerse con unos buenos puestos de trabajo cuando dejen
la política…”puerta giratoria” le llaman. González y Aznar marcaron la pauta y
les siguieron toda una caterva de Ministros, Secretarios de Estado, Consejeros
autonómicos…
Tal vez podáis pensar que
siempre ha sido así, y es cierto, pero ya va siendo hora de acabar con éstas
prácticas miserables que pagamos el resto de los españoles. Prácticas que se
han convertido en un sarcasmo desde el inicio de la llamada transición, ¿de una
dictadura a una oligocracia? ¿Hay alguna diferencia? Y no sólo es eso, sino que además nos toman por
tontos – uno de ellos Rajoy I, el
pusilánime- y nos roban hasta que
sangramos por todos los poros.
Hay otros grupos que no
estarán tampoco en los cruciales procesos electorales de este año 2015. Y no
porque no quieran o deseen estar entre bambalinas, como los que manejan la vida
política de nuestro país, sino porque no
les han dejado. Emigrantes a los que se hurta el derecho al voto, desahuciados
que se quedan sin casa y sin mesa electoral, suicidas –más de 4000 al año-
empujados a la muerte por unas condiciones sociales propias del tercer mundo,
enfermos de hepatitis C, que mueren a un ritmo de 12 diarios, indigentes que
perecen de inanición en las calles…¡qué suerte que ya no están! dirán desde el
partido gobernante, porque todos ellos votarían en su contra, y ya se sabe….”tacita
a tacita”…
Aunque claro está, como
siempre sucede, esos muertos, asesinados por una política social brutal y sin
escrúpulos, tienen a alguien cercano, familia,amigos…personas que saben quién
ha sido el culpable de que ya no estén con ellos, que conocen que éste gobierno
y los que le han precedido, se han postrado siempre ante las élites económicas
y empresariales del país, con dramáticas consecuencias para todos nosotros. Y
votarán en conciencia.
En nuestras manos está que el
tardofranquismo desaparezca, de una vez para siempre, de nuestra política, sus
símbolos de nuestras calles y sus personajes de nuestra memoria, los de antes y
los de ahora. Ya ha llegado momento de que la transición termine. Este año 2015
es el año de votar en libertad y proporcionar a éste país la democracia que
necesita.
Eduardo Lizarraga
Periodista y escritor