Corría el
año 2007 y el sector inmobiliario estaba en plena burbuja; a su calor florecían
agencias en cada esquina, compitiendo por captar al fácil comprador con
escaparates llenos de ofertas. Además de la afluencia de clientes, propiciada
por las facilidades crediticias y por la políticas de las diferentes
administraciones, que querían compradores y no inquilinos, porque producían más dinero para las arcas
públicas, había llegado previamente una liberalización del sector algo
discutible.
Y es que el Real Decreto-ley 4/2000, de 23
de junio, al que se añadió la Ley 10/2003, de 20 de mayo, contemplaron la posibilidad de que la actividad de
intermediación inmobiliaria pudiera ser ejercida no sólo por los agentes de la
propiedad inmobiliaria, sino también por cualquier persona física o jurídica
que no tendría la obligación de disponer de título alguno ni de pertenecer a
ningún colegio profesional. La liberalización supuso una afluencia de personas
poco cualificadas y “paracaidistas” que duraron lo que el dinero en el sector.
Un año después,
en el 2008, los escaparates se enlutaban con descuentos y los cierres
comenzaban a menudear.
No se sabe
ciencia cierta cuántas agencias inmobiliarias llegó a haber en España antes de
la crisis…¿50.000, 60.000, tal vez 70.000?. Hablando, claro está, de negocios con puerta, ventanas y dirección conocida, porque francotiradores los hubo a decenas de miles.
A todos ellos les afectó la crisis; unos sobrevivieron
con profesionalidad y fe, otros cerraron, otros se sumergieron hasta que
llegaran tiempos mejores…se calcula que las oficinas inmobiliarias se redujeron
a una cuarta parte dejando a miles de personas sin empleo y sin posibilidad de seguir
en el sector. En ciudades medianas como Santander, Gijón o Tarragona la
escabechina se llevó por delante las siete octavas partes de sus efectivos.
Pero a
partir del 2014, siete años después del estallido de la burbuja, comenzó la
recuperación. Y los más osados, visionarios o necesitados, emprendedores todos,
se lanzaron de nuevo a montar su negocio de intermediación inmobiliaria. Muchos
de ellos bajo el paraguas de un sector franquiciador, que se frotaba las manos
por la vuelta del negocio.
Una gran
parte de los que están llegando de nuevo al sector inmobiliario, al albur de la
recuperación, no quieren ya, como en la anterior ocasión, hacer dinero fácil.
Son personas con cierta preparación y edad, que se han quedado desgajadas del
mercado laboral por la profunda crisis que vivimos. Con algo de capital y mucha
ilusión y necesidad a partes iguales, buscan su oportunidad para volver a ser
personas útiles. Algunos lobos solitarios confiarán sólo en su capacidad y
otros se pondrán al amparo de alguna de las franquicias que tanto abundan.
Y tienen
donde elegir. Hay en estos momentos en el mercado más de 30 posibilidades a su
elección. Desde las más caras de poner en marcha, que van de los 60 mil a los
200 mil euros, como Remax, Coldwell Banker o Engels Volker, a las más baratas,
online y sin necesidad de local, como Mercaservice, Unicasa Factory o RH Properties.
En medio grandes nombres de las franquicias, como Best House, con un sistema
para el franquiciado muy interesante, DonPiso, Look & Find o Century 21,
entre muchas otras.
Ante esta
abundancia de posibilidades, el futuro franquiciado debe estudiar con
detenimiento lo que ofrecen, su coste e imagen en el mercado. Y es que hay
algunas marcas, que se están labrando una falta de ética y profesionalidad entre
sus posibles clientes que trasciende y echa para atrás, u otras que exigen un
pago mensual, no sólo a los dueños de la oficina franquiciada, sino también a
los comerciales que luchan bajo su bandera; todo muy americano y agresivo, pero
que se compadece poco con nuestra idiosincrasia. Para qué hablar de las que
exigen exclusiva con mandato de venta y de las que muchos propietarios de casas
en venta huyen como de la peste.
Y es que a
veces, o muy a menudo, parece que el negocio inmobiliario se traslada de la
simple venta de casas y sus comisiones a la venta de franquicias. Cuántas más
sean mejor, que hacen imagen, pagan royalties y no se arriesga nada, beneficios
fiscales aparte...
El sector ha
comenzado a recuperarse. Desde una caída media del 35% en el valor de la
vivienda, el INE señala incrementos del 4%. Y con fuerza en la demanda. Pueden
ser los efectos de una demanda embalsada a lo largo de estos años, que está
creando unas falsas expectativas en el sector. El incremento de los precios
sería un error que no podemos repetir. Por eso y ante el crecimiento
incontrolado de las oficinas inmobiliarias, puede que sea bueno un poco de
cordura y pararse a pensar si va a haber sector para todos, antes de lanzarse a inversiones que tal vez
cueste recuperar.
Eduardo Lizarraga
Periodista
WWW.AQUIMICASA.NET
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