Los
resultados electorales de “Podemos” fueron la gran sorpresa de las elecciones
europeas. Unas elecciones en las que los dos grandes partidos no concurrían
para resolver los problemas de nuestro país, sino los suyos propios. Unas elecciones que han mostrado a las claras
el hastío que tiene una parte importante del electorado, hacia la corrupta y
desvergonzada política de enriquecimiento y mantenimiento de prebendas, que
mueve a los grandes partidos tradicionales.
Pero si
sorpresivos fueron los cinco escaños logrados por “Podemos”, aún más sorprendente está siendo el
crecimiento que esta nueva opción política está experimentando desde entonces,
llevándola ya a convertirse en la tercera fuerza política... y veremos. La
capitalización del descontento hacia políticos y siglas, que desde hace tiempo
causan náuseas en una parte del electorado, mucho del cual se quedaba en casa, es una cosa, pero el estado de ilusión que
están creando en muchos españoles es otra muy diferente. Ya no es un voto contra el PP o el PSOE, es
un voto a favor de la ilusión y la esperanza. La esperanza de que otra forma de
hacer política es posible; la ilusión por que el pueblo participe en las
decisiones, y sea de una vez tenido en
cuenta de una manera constante y no sólo cada cuatro años.
Cuando
llegaba el momento electoral, “la fiesta de la democracia” como decían muchos
de los hipócritas que nos han gobernado en éstos últimos años, los partidos mayoritarios y sus
representantes animaban a los españoles para que fueran a votar; sabían que lo
harían por uno o por otro, y que ya se entenderían luego entre ellos para
repartirse la tarta. No había otra opción de gobierno posible que pudiera incomodar a los grandes
partidos. Pero esa situación ha cambiado este año; esa mayoría que se quedaba
en casa, por hastío, repugnancia, o por
falta de ilusión, vuelve a acercarse otra vez a las urnas. Es una mayoría
agraviada, expoliada, burlada una y otra vez. Una mayoría que puede suponer un
vuelco en el statu quo mantenido desde la transición en el que todos obtenían
algo, menos el pueblo. ¿O es que alguien piensa que tras los resultados, entre
bambalinas y a escondidas, no se repartían
el poder y sus réditos? El miedo a que esa mayoría que se quedaba en casa, más
la burlada una y otra vez por los
representantes que había elegido en las urnas, pueda moverles de las poltronas,
ha cundido entre los grandes partidos estatales. Miedo a que en las próximas
elecciones la participación aumente, y lo haga en su contra.
De ahí
que “Podemos” se haya convertido en la bestia negra de todos los partidos con representación
estatal. A unos porque les puede quitar muchos votos, caso del PSOE, a pesar
del “efecto Sánchez” – ¡ay qué risa, si es más de lo mismo!- e IU y a otros como al PP, no sólo porque les
puede quitar también votos -hasta ese punto
tiene contento el PP a su electorado-, sino porque con la fuerza de los resultados que
obtenga, el recién llegado puede empezar a
actuar contra sus patronos; es decir, banca, grandes empresas, iglesia,…
la oligarquía del país. Y además puede
romper el acuerdo no escrito, entre los dos partidos que se alternan en el
poder, para actuar de verdad y no de boquilla, contra la corrupción reinante,
exigiendo a la vez responsabilidades por lo acontecido. Que es lo que espera
que haga la mayoría de los españoles. Y
es que el país está ya harto del expolio al que la clase política – que no digo
que todo político sea un corrupto y un ladrón- y los partidos le han sometido
desde hace ya décadas. Y no me vale
decir que los hay honrados, seguro que sí, pero con su silencio y conformidad, son cómplices de lo que sucede.
Y ésta
es una de las grandes esperanzas del pueblo español, la que le ilusiona y le va
a llevar de nuevo a las urnas con alegría: limpiar el panorama político. No sé
si el proyecto “Podemos” va a tener el suficiente calado para transformarse
en una opción política de largo alcance, el camino no va a resultar fácil y el
tiempo lo dirá. Pero sí parece que su presencia servirá de catalizador para que
nuestra sociedad vuelva a creer que una democracia participativa es posible, y que la democracia oligárquica que padecemos
tiene que sucumbir. Con dos legislaturas de “Podemos” en el Parlamento, podría
ser suficiente para limpiar mucha de la basura acumulada.
Cuestión
diferente, pero a la que también se espera, es acabar con la “Ley del silencio” que impera
frente a los grandes expolios a los que nos hemos visto sometidos. Por citar
algunos: los sobres del PP, el caso Gurtel, la fortuna de los Pujol, los ERE en Andalucía, la financiación de los
partidos, la Infanta y el Infanto, los
cursos de formación en Andalucía y Madrid, los negocios del Rey, … La actuación
de los partidos, tapándose unos a otros, exhibiendo de forma indecente la
presunción de inocencia, dilatando las sentencias, obteniendo indultos,
protegiéndose con el aforamiento…ha conseguido que nuestra sociedad conciba a
la política y a los políticos como algo sucio y perverso, pagando los justos
por los culpables. Y esta situación hay que solventarla porque los políticos
hacen un servicio al país que debe ser reconocido. En éste sentido “Podemos” debe ser como un
río Alfeo que ayude a limpiar la
porquería acumulada durante décadas. Las
“vacas sagradas” deben desaparecer del panorama político.
Y muy
alarmados ante la nueva situación política que pudiera darse a partir de los
próximos procesos electorales, tanto PP como PSOE han sacado su artillería a la
calle y han comenzado a disparar desde todos los ángulos hacia “Podemos” y su
líder Pablo Iglesias. Y el efecto, como no podía ser otro, ha sido el contrario
al perseguido. La nueva formación política les está desbordando, no sólo en
expectativas de voto y en presencia en la red, sino también en crecimiento de
afiliados de los que ya ha superado la barrera de los 100.000. Y está claro que
los ataques de personajes de la política y tertulianos en su nómina, como
Herman Tersch, acusándoles de filo-etarras, bolivarianos, populistas, anti-sistema
–hay donde elegir- provocan tan sólo risa, nuevos adeptos y una profunda percepción: hay miedo de los
que viven del sistema a que éste se desmorone.
Ante la
perspectiva de lo que se le avecina el próximo otoño, el gobierno del PP está
llevando a cabo un intento de intimidación hacia la ciudadanía, basado en las fuerzas del orden y en descomunales sanciones que incluyen penas
de cárcel, un auténtico terrorismo de Estado.
Pero como en muchas otras cosas, perdieron la iniciativa en su momento,
la opción política ya está creada y la violencia gubernamental no va a
conseguir otra cosa que fortalecer esta oposición. Resultaría increíble, si no
se conociera el perfil de los mismos, que toda la caterva de asesores millonarios
elegidos entre sus acólitos, no les hayan advertido de los logros que van a
cosechar.
Para
los grandes partidos el poder se ha convertido en una herramienta de uso y
disfrute propios a través de la cual tan sólo buscan perpetuarse en el mismo y
no el servicio hacia los electores que les votaron. En éste sentido tampoco les
importa la herencia que dejen para el futuro, porque su visión es cortoplacista.
Y hasta ahora nuestros votos tan sólo perpetuaban la actual situación, con una
alternancia en el poder que dejaba a los partidos satisfechos, a sus aparatos
nutridos, y a los ciudadanos con un
palmo de narices ante el incumplimiento sistemático de los programas
electorales que habían votado. Y no pasaba nada, que eso no es un contrato.
Por eso
es ya hora de cambiar el sistema y que los políticos entiendan que tan sólo son
unos funcionarios temporales, no una clase social, con un mandato claro emanado del pueblo –el programa-
y que deben cumplir o dimitir si no pueden llevarlo adelante. Estamos en estos
momentos en una situación de emergencia nacional, en la que las entidades
financieras, las grandes fortunas, los empresarios y las eléctricas controlan
España y a sus políticos, diciéndoles lo que tienen que hacer. Los tienen a
sueldo y son sus patronos…y no es algo difuso y escondido sino claro y
meridiano.
España
necesita profundos cambios estructurales y una nueva redefinición del poder
económico, político y representativo. Es
necesario actuar contra la política de recortes, la obediencia ciega a la
troika y la impunidad de los corruptos y delincuentes financieros. Es preciso
dar la voz a una mayoría social que está, en muchos casos, huérfana de los
dirigentes políticos a los que votan cada cuatro años. Las bases sociales del PSOE, por poner un
ejemplo, han estado presentes en la mayoría de las manifestaciones en contra de
los recortes sociales y de la corrupción del Partido Popular, no así sus
dirigentes que prefieren la política de los despachos y los pactos públicos o
secretos con el otro.
Y
también va siendo hora de exigir responsabilidades. A los que han permitido el saqueo del Estado,
a los que nos han llevado a sufrir la mayor deuda nacional que jamás hemos
tenido y que heredarán nuestros nietos, a los que han dado el poder recibido
del pueblo a la oligarquía, a los que no exigen la devolución del dinero
prestado a los bancos…hay mucha tarea por delante.
El
apoyo a “Podemos” está poniendo de manifiesto que el sistema bipartidista tal y
como lo conocemos está agotado. Que el
ciudadano no soporta más a unos líderes manchados por su tolerancia hacia la
corrupción e interesados por el mantenimiento de sus partidos y no por el bien del Estado. Necesitamos a hombres de
talla que miren hacia delante y no a sus bolsillos. Hay ilusión por conseguirlo
y Podemos hacerlo.
Eduardo
Lizarraga
Hondarribia,
agosto 2014
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