viernes, 7 de octubre de 2011

Los paganos de la fiesta

Escuchaba por televisión el pasado fin de semana una intervención del candidato por Andalucía, Arenas Bocanegra; con cara seria y gesto adusto nos anunciaba que la fiesta se había acabado y que ahora tocaba pagarla, y lo decía en la distancia, como si él mismo hubiera estado ausente del jolgorio. Nada nuevo en un discurso, el del PP, que se repite desde hace unos meses. Todos conocemos esa realidad, algunos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, otros han ganado dinero con la situación y ahora toca apretarse el cinturón. Y sin embargo creo que se debe profundizar en el comentario del candidato, que espero vuelva a serlo en las próximas elecciones.

A la hora de pagar algo en grupo siempre pasa lo mismo. Unos pagan más, los hay que pagan menos y también están los que no pagan. Ya no es que el que ha cenado angulas pague a escote con los demás, incluyendo al que por estar a dieta tomó una tortilla a la francesa y un vaso de agua, no, es que pudiera ser que los que han estado con barra libre en la fiesta se vayan sin pagar y se cotice a escote entre los que permanezcan en el local y algún involuntario que pase por la calle en ese momento.

Y mucho me temo que con los datos en la mano, los que nos están proporcionando todos los días las autonomías gobernadas por el PP, se vaya a lo fácil. A que algunos no paguen y a que el resto paguemos a escote. Y esto es lo fácil de hacer, además de lo injusto. Porque, si no nos hemos beneficiado de la misma manera en las vacas gordas ¿por qué vamos a pagar a medias cuando llegan las flacas? No será más justo que se establezcan algunos baremos como el de acumulación de patrimonio o su incremento durante los años de bonanza para adjudicar a cada uno un pago justo. Ya se que puede no ser fácil el establecimiento de esos ratios, pero ¡demonio!, que los empleados públicos, tanto fijos como de cuatro años de contrato, piensen y se ganen el sueldo.

Resulta curioso observar,aunque previsible,que sean dos de los principales pilares del bienestar, Educación y Sanidad, los que han comenzado a rebajar los políticos del PP recién ascendidos a gobernantes autonómicos. Parece como si a ellos y a los suyos no les afectara la medida. Está claro que a Cospedal, que gobierna ahora en Castilla la Mancha –nuevo cargo, nuevo sueldo ¿cuántos van?- ni la rebaja en la gratuidad de la enseñanza, ni en la sanidad pueden afectarle mucho. Tampoco en Cataluña están las cosas mejor, aunque claro, vuelve a ser la derecha la que gobierna, dispuesta a reducir el presupuesto sanitario pero no a hacer lo mismo con el programa de inmersión lingüística. ¿Qué opinaran los que han votado tanto a PP como a CIU? Y no sólo allí, sino en Baleares, Extremadura, Aragón…

En este punto podemos hablar de la pérdida de conciencia de clase que han traído consigo todos estos años de lenta mejoría económica, desde el fin de la dictadura franquista hasta nuestros días. A la fiesta que menciona Arenas no sólo hemos ido a comer y a beber, sino que hemos abandonado el traje de pana, el jersey casero y las Panter, y nos hemos puesto los vaqueros de marca y los Martinelli. La clase obrera ha desaparecido y en su lugar queda una ampliada clase media, desideologizada y consumista, que va a ser la pagana de la fiesta. Y ya se está comenzando a dar cuenta de la factura, aunque pudiera ser que algo tarde porque su voto se ha ido o se irá al PP que, en esta ocasión, con programas y mensajes vergonzosos, ha ganado la batalla de la comunicación.

¿Que el PSOE ha hecho mal las cosas?, no seré yo quien lo discuta; su actuación me recuerda a la franquista en 1973 con la primera crisis del petróleo. Se negó la crisis, se protegió el precio de los carburantes y se nos metió de hoz y coz en un marasmo económico que duró años. Algo similar ha sido la actuación de Zapatero negando la crisis económica y no sabiendo ver su importancia para nuestro país. O no quería escuchar a nadie o sus asesores estaban pagados por Génova, porque desde luego, peor imposible. Perdió los ayuntamientos, perdió las autonomías y ahora perderá el Gobierno de la nación. Vamos a una refundación del partido, lo que no está mal si desaparecen las aidos, pajines y otros especímenes del aparato, aunque espero que queden algunas cabezas pensantes, porque inmolarse alrededor del candidato Rubalcaba, aunque honorable, no lo veo muy inteligente.

Casi con seguridad, con el resultado de las próximas elecciones generales perderemos lo poco que habíamos obtenido de estado del bienestar europeo. Sanidad, Educación, prestaciones sociales, derechos laborales, derechos sindicales… y ya veremos qué más, van a ser sacrificados por el PP en aras de una recuperación económica que tan sólo se producirá en consonancia con la situación de nuestro entorno. Y culpando, eso si, de todo a Zapatero, al PSOE y a la herencia recibida. Y lo harán,lo están haciendo ya, durante esta legislatura que se iniciará en unos meses y durante la siguiente si les dejamos.

Los perjudicados vamos a ser todos los que hemos estado en la fiesta, pero a régimen. Y los beneficiados la banca, las grandes empresas, los empresarios y todos aquellos que sustituirán los servicios ofrecidos hasta ahora por el estado del bienestar, por otros pagados al contado. Asi dispondremos de menos dinero y nos sablearán con los mismos impuestos o más… ¿Hemos votado o votaremos eso?

No espero más que estulticia de la masa aborregada, asustada y apesebrada en la que nos han convertido treinta años de molicie intelectual. Al menos no en el breve espacio de tiempo que resta hasta la elecciones. Pero espero que la conciencia social dormida se despierte ante las agresiones que vamos a recibir a partir de enero y que cuando vengan a buscar al amigo o al vecino de enfrente no dejemos que se lo lleven, porque los siguientes podremos ser nosotros.

Que lo que comieron angulas, bebieron reserva y se tomaron un armagnac paguen lo que se llevaron; eso es lo justo y no que se lleven por delante la casa del parado, el colegio de sus hijos y el hospital de su madre. Pero seguro que aún no estamos preparados para despertarnos.

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